Capitulo 27 - ¡Otra, Noel!

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Mi corazón latía fuertemente dentro de mi pecho sin razón aparente. Me encontraba nerviosa, y esta vez sabía perfectamente la razón: Lucille me había convertido en uno de sus experimentos de Belleza. Sin embargo, siendo totalmente sincera conmigo misma, el resultado me había maravillado; esa era posiblemente la noche donde me sentía más bella que nunca, y como nunca lo hacía pues...

- Relájate, Ely. – dijo Lucille entre risillas mientras caminábamos hacia la entrada del lugar. Según ella, Max, Sarah (si, ambos... mierda.) Frank, Diego, Ursulla y Helena ya estaban en el Lugar. Omar, Pauly y Guilly nos alcanzarían después, aunque yo no le veía el después ya que, tal como Lucille había predicho, eran casi las once de la noche la hora en la que la chica estacionó frente al lugar.

- No quiero hacer esto. – me resistí ante Lucy, la cual me miró con ojos de súplica.

- ¡Vamos Ely! – alargó caprichosa. – ¡Te vez hermosa! - sonrió cálidamente de un modo en que casi me creía que lo decía enserio. Pero claro, esa era similar a la vez en la que mi madre me había convencido de que participara en esa estúpida obra escolar vestida de una jirafa mutante con melena de león. Ella decía "Te vez hermosa" mientras que yo me miraba en el espejo y sabía que era mentira... sin embargo ella lo decía, así que quizás yo no veía algo que ella sí. Luego de muchos años miraba la foto, y me daba cuenta de que mi madre, o estaba bastante loca, o tal vez tenía problemas visuales. De hecho, unos meses después de ese festival empezó a usar lentes. Ahora comprendo...

- Ya, no te daré opción. - ¿Cuándo me la das? hablé dentro de mí al sentir el jalón del brazo caminando hacia la entrada.

Un guardia de seguridad estaba de pie en la puerta, mientras que Lucy y yo estábamos en una bastante corta fila para poder entrar al club. El hombre abrió la puerta a un par de chicos, y eso provocó que me percatara de cual fuerte estaba la música en ese momento: Estridente, molesta, chillona.

Lucille le sonrió al Guardia, el cual nos dejó pasar sin ninguna pregunta, y sin ninguna cuestión de por medio... ¿Así era siempre? ¿Dejaban pasar a las chicas como si nada? ¡Genial! pensé sarcástica, ¡Pedófilos o Violadores!

Las luces intensas caían en la obscuridad. Colores fosforescentes, chicos y chicas por todos lados disfrutando del buen ambiente y de la música que sonaba al fondo. Esa era justamente el tipo de música que odiaba, aquella que incitaba a las mujeres a mover sus caderas y darle todo al hombre como su virginidad o su cuerpo, ni siquiera eso. Degradaba a las mujeres mientras que ellas movían el trasero de un lado a otro, casi como si disfrutaran que todos los hombres tuvieran fantasías con ellas... casi como si no se dieran cuenta de que lo hacían.

Me sostuve de los Hombros de Lucy mientras caminábamos hacia el otro extremo del club, ¿Cómo es que ella veía tan bien en aquel opaco lugar? O También, ¿Cómo es que sabía a dónde ir? Tal vez Esa no era la primera vez que iban a Fonseca...

- ¡Diego! - gritó Lucille de repente, mientras que yo miraba por encima de su hombro al chico en plenos besos con Ursulla.

Interrumpimos el Acto de Diego y Ursulla en cuanto nos miraron; la chica llevaba un lindo vestido color plata (demasiado diamantico para mi gusto) y el cabello en una cola larga y sobre su cráneo, muy alta. Él en cambio, iba con cualquier camisa y un pantalón de vestir sencillo, nada del otro mundo. Las mujeres nos llevábamos la peor parte en lo que era el arreglo personal.

- ¡Lucy! ¡Ely! - Dijo Ursulla acercándose a nosotras para saludarnos de beso en la mejilla. Diego hizo lo mismo justo segundos después de su novia. - ¡Que Guapas!

- ¡Así debe de ser! - dijo Lucille Animadamente, dejándome a mí la opción de sonreír. En ese momento agradecí que Lucille fuera una parlanchina y que acaparara las conversaciones; Así yo solo sonreía y evitaba decir alguna estupidez. - ¿Ya están todos? - Lucy y Ursulla hablaban a menudos gritos y volumen de voz bastante alto por el estruendo de la música no cesaba ni para dar un respiro. La pista de baile se iluminaba con luces fosforescentes y llamativas que creaban la ilusión de estar como en otra galaxia, muy lejos de la tierra. Era Italia... Nunca te imaginas un club de esos en Italia, por lo que nunca había adivinado con qué clase de lugar me podría encontrar. Cuando venía a Nove aun no tenía ni siquiera los amigos para ir a un lugar así, y tampoco la edad. Me enfocaba en mi familia y en la playa... y yo era feliz como una lombriz en tierra húmeda.

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora