Capitulo 55 - Conociendo al señor Verstappen

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Mi corazón tembló cuando llegué a la entrada del cine. Había poca gente, y busqué inconscientemente a Max con la mirada. No lo veía.

Eran las 7:05 - me había encargado perfectamente de llegar 5 minutos tarde - y no había señal de él. Me crucé de brazos, y caminé hacia la entrada del cine, donde estaba la cartelera llena de películas que ni siquiera sabía las reseñas. No era mucho de ir a esos lugares.

- Me alegra que vinieras. - Su voz me dejó congelada. Cerré los ojos, y tragué gordo antes de abrirlos y darme la media vuelta.

Ahí estaba él, con su cabello perfectamente despeinado, su estilo juvenil y fresco, y con su muy exquisito perfume. Odio admitir que me cortó la respiración. - Traje esto para ti. - alzó la mano y aparté la vista de su bello rostro. Tenía un ramo de rosas rojas. Inconscientemente, sonreí. "Maldito Max... no había modo en qué siguiera enojada".

- Gracias. - contesté apenada, y tomé el ramo percatándome del pequeño empaque que tenía pegado a un costado. Solté una carcajada al despegarlo del ramo. "Gummy worms", mis favoritos.

- Sé que lo típico es traer rosas y chocolates, pero sé que tus favoritos son las gomitas de gusano. - No me atreví a mirarlo, tan solo sonreí.

- ¿Y las rosas, señor típico?

- Creí que podrían gustarte - metió las manos a los bolsillos de su pantalón. - Aparte, aquí en Bélgica es muy complicado conseguir lilas, y si le pedía a John que me llevara a una florería mas posiblemente me hubiera dejado tirado en la calle. - solté una carcajada, y el sonrió con los ojos brillantes. Dios, esos ojos... ¡Maldita genética que tenía qué hacer tan bien su trabajo! Max era hermoso; su rostro era sencillamente angelical.

Mis risas se fueron apagando, y lo único que quedó en el ambiente era el sonido de unas cuantas personas entrando al cine. Me sentí cohibida por unos segundos, y preferí mirar hacia el suelo.

- ¿Vez? - sonrió, y yo elevé mi vista. - Ahí está. Siempre que quiero mirarte apartas tus ojos a otro lado.

Mis mejillas se quemaron, y no pude evitar morder mi labio mirando otra vez hacia el suelo.

No podía mirarlo, no cuando el me miraba de ese modo tan... Oh Dios, tan Max. Sus ojos eran unas pesadas anclas que se clavaban sobre mi. No sabía exactamente que era, pero sus ojos me pedían que los mirara un poco mas, siempre.

Alcé la cabeza otra vez, pero al hacerlo sentí la proximidad del cuerpo de Max. Se acercó, y me rodeó con sus brazos fuertes. Yo oculté mi rostro en su pecho, aspirando su aroma.

- Lo siento. - besó mi cabello, por el cráneo. - Estaba enojado, y hasta yo me desconozco cuando lo estoy. Jamás quise decir todas esas cosas, Yo... yo te aprecio demasiado como para perderte. No puedo perderte. - Lo sentí temblar.

No "puedo" perderte.

Me separé de sus brazos sin decir una sola palabra, y él se alejó un paso de mi, mirándome con detenimiento. Sonreí, y me acerqué otra vez para rodear su cuello con mis brazos. El me abrazó desde mi cintura.

- ¿Por qué disfruto tanto tus abrazos? - susurró a mi oído, y mi corazón palpito como 500 veces mas de lo acostumbrado. - Me vas a matar, lo juro.

- No mueras. - bromeé. - ¿Quién me comprará ramos de lilas? - aun abrazados, pude sentir como su rostro se tornaba en sonrisa. - No vuelvas a ser tan idiota, que la próxima vez te costaría mas que globos por toda la casa y flores raras. - el soltó una carcajada, y yo me paré sobre mi planta del pie, separándome del abrazo. Tenía que acabar con ese ambiente rápidamente, no podía dejar que eso "romántico" invadiera el lugar, tomando en cuenta el termino "Solo Amigos".

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora