Capitulo 31 - Factor "Gale"

955 57 6
                                    

¿Serían Sus ojos? ¿Sus palabras? ¿Sus labios? No lo sabía, pero algo en Gale me maravillaba. No, no era amor, ni gusto ni siquiera, era... admiración. Gale era hermoso, su rostro era hermoso. Debió de haber sido un bebé divino, sin lugar a dudas...

- ¿Quieres ir a tomar algo? - preguntó Gale, sonriéndome. Parecía que se había olvidado del hecho de que estaba allí esperando a Max de cualquier modo, no pude negarme ante su sonrisa. Me gustaba ver sonreír a Gale, definitivamente.

- Quería estudiar Mercadotecnia. - Admitió un tanto cohibido. - Sin embargo, admito que la mecatronica también me llama la atención... - yo era un asco en todo lo que tenía que ver con matemáticas, y eso que la clase me gustaba. Por la simple razón de que, si le preguntaba más y no sabía me vería como idiota, no dije nada, y tan solo me quedé sentada en esa banca, mirando hacia el muelle.

Para haber sido un solo día, se me había pasado largo; digamos que la mañana me la pasé con Frank hablando de sus líos amorosos, y la tarde la había gastado en Gale, y sus historias.

Efectivamente, Gale vivía ahora en Fonseca, No en Cova. Ese día en la playa, cuando Max y yo lo encontramos tirado con el cuchillo estancado en su pie, fue porque había ido a visitar a sus padres. Decidió ayudarle a su papá a pescar ese día, ya que estaba un poco enfermo, y de allí sus razones por las cuales estaba en la playa.

¿Todo estaba conectado? Por ejemplo, El padre de Gale estaba pescando cierto día. Si su red de pesca no se hubiera enredado, y el señor no se hubiera tardado 5 minutos en desenredarla, hubiera llegado al muelle cinco minutos antes en su barco pesquero, y no hubiera visto al señor que vendía naranjas, que llegó justamente cinco minutos después de lo que el llegaba al muelle, en el caso de que no se hubiera enredado. Pero como lo hizo, llegó cinco minutos después de lo que debía, por lo que vió al señor de las naranjas, y decidió comprarle un costal, quitándole 7 minutos de su tiempo. Continuó caminando, y si su red no se hubiera enredado entre ella misma, y no hubiera visto al señor de las naranjas, hubiera llegado a esa esquina 12 minutos antes de cuando en realidad lo hizo, y no hubiera visto a esa señora de mayor edad con el bebé en una carreola, intentando cruzar la calle. Eso le quitó otros 3 minutos, ya que el padre de Gale los ayudo a pasar. Fueron exactamente quince minutos de retraso, en los cuales, camino a su casa comenzó a llover. Si No se hubiera enredado la red, No hubiera conocido al hombre de las naranjas, ni a la señora con el bebé, por lo que hubiera llegado 15 minutos antes a su casa, y hubiera librado la lluvia perfectamente. Pero como no fue así, y se empapó con la fría lluvia, agarró un resfriado, hecho raro para un pescador que había aguantado vientos huracanados y agua hasta el cuello con tal de conseguir la carnada perfecta. El caso es que, si hubiera llegado 15 minutos antes, no se hubiera enfermado. Si no se hubiera enfermado, Gale no hubiera tenido que ir a suplantarlo. Si no hubiera tenido que ir a suplantarlo, nosotros no lo hubiéramos conocido, y estaría en ese momento haciendo posiblemente una cosa totalmente diferente a estar con él, hablando en esa misma banca. Todo pasa por una razón, ¿Cierto?

- ¿Tú estudiarás Literatura?

- Sí... - trague gordo. - Sé que es una carrera donde realmente no ganas gran cosa, pero quiero esforzarme.

- El chiste de estudiar literatura, es que realmente tienes que esforzarte cuando termines. Es una carrera masoquista, tal vez. - comentó el, mirándome fijamente. - es un reto... La verdadera enseñanza con esa carrera, es una vez que la terminas y te enfrentas al mundo de las editoriales. - miré hacia el asfalto, y el también.

Ambos guardamos un silencio que al cabo de unos minutos comenzaba a resultar bastante incomodo; hasta la respiración resultaba inconveniente en ese instante.

Quería preguntarle... pero, ¿Sería lo Mejor? ¿Revivir esos momentos del pasado? Tal vez, no debía ni siquiera de meterme en algo que no me importaba, sin embargo quería estar segura de que el no pensara lo mismo que Pauly pensaba, y que no asumiera que yo había sido la culpable del rompimiento de aquel estupido amor de verano de niños... eran niños. Dios, ¿Por qué en ese momento no nos dábamos cuenta de que no era el fin del mundo? La vida continuó. Pauly continuó, Gale Continuó, yo continué. De algún modo, pareciera como si esa "Continuación" hubiera sido trabada por el Factor "Gale" de regreso a la ecuación. En ese instante me había decidido por fin a preguntarle.

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora