Cansancio.

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Otra vez había escapado de casa hacia la de su mejor amigo, su padre los había vuelto a golpear luego de que su madre le pidiera el divorcio, a veces pensaba que todo estaría bien una vez que fuera mayor de edad, iría a donde quisiera sin tener ningún problema, fantaseaba ser un adulto y hacer todo lo que quisiera. 

Aquella tarde estaba lloviendo, toda su ropa estaba empapada y cuando llegó a la casa de Baji, fue recibido y secado por él, la madre del contrario no estaba y suponía que estaba trabajando, aún no se enfrentaba a ella ni quería hacerlo, de cierta forma le intimidaba un poco. 

Kazutora fue desvestido y obligado a tomarse un baño para que estuviera refrescado, siendo cuidado por Baji, este lo vistió y comenzó a secar su cabello con la secadora de su madre, luego comenzó a sanar sus heridas. 

—Mamá regresará en unas horas, ella ya sabe de ti y acepto que puedes quedarte cuando quieras.— Cuando termino de vendar las heridas y cubrir los rasguños con curitas le dio unas palmadas en la cabeza. —¿Tienes hambre? Dejó algunos pastelitos. 

—Whoaa. ¿En serio? Tu madre los hace muy deliciosos.— Olvidando lo que ocurrió hace horas, sonrió mentalizándose los dulces pastelitos que hacía la madre de su amigo, no había nada como esos pastelitos. 

—Espera aquí, los traeré. 

Obediente, Kazutora se quedó en la cama esperando a que llegara con esos bizcochos, mientras esperaba observaba con más detalle la habitación del pelinegro, tenía varios artículos para gatos, desde comida hasta un cepillo, también algunos libros ilustrativos de animales. 

La cama en donde estaba era muy cómoda, de sábanas blancas con algodón calentito, solo había una almohada, sin ningún cabello suelto en ella, estaba por agarrar esa esponjosa y rellena almohada para saber si tenía aquel aroma del menor, pero apenas sus dedos rozaron la tela, alejo su mano cuando oyó al otro entrar en la habitación. 

—Aquí tienes.— Apareció con un plato que tenia cinco pastelitos de chocolate y vainilla. 

Kazutora agradeció y comenzó a comerlos, Baji dijo que no quería porque antes ya había comido algunos y solo se sentó en el suelo mientras comenzaba a leer uno de sus libros. 

Estaban en un gran silencio, pero no era nada incomodo, era tranquilizador, con pequeños ruidos de afuera por la lluvia al caer, como si fuera una melodía conmovedora, se sentía algo bien de no ser reprochado por haber llegado con nuevas heridas, el sabor dulce en su boca por los pastelitos comenzó a empalagarlo, talvez no se sentía tan bien para disfrutar del dulce postre, ahora solo sus lagrimas caían por sus mejillas, cayendo hacia el plato con migajas que tenia en sus muslos. 

Baji tenia buen oído, aunque Kazutora estuviera mordiéndose sus labios para no soltar ningún quejido, el de ojos cafés podia diferencia el ruido de la lluvia con las lagrimas del mayor, manteniéndose en silencio se levantó y tomó el plato dejándolo en su escritorio, luego con cuidado de dañar sus párpados, con su manga limpio las lágrimas de sus cuencas.

—Tengo sueño.— Alejó la mano de su rostro y se echo en la cama dándole la espalda. —Perdón, estoy cansado...

Baji también se subió a su cama y se echo a su lado, le dio su almohada para que durmiera cómodamente, y así sucedió, Kazutora quedó dormido en una posición fetal, como si buscará calor de sí mismo mientras abrazaba su almohada, el pelinegro no pudo dormir, sólo permaneció despierto mientras daba caricias en la cabellera del contrario.



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Se supone que iba a escribir algo bonito pero me puse troste jqkxjiqk.

Precario. || Drabbles  「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora