Ayuda.

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La conversación no salió nada bien, apenas llegaron, Kazutora sacó el tema de que quería ver a un profesional y hablar sobre sus trastornos el mismo, no quería que Baji siguiera yendo por las medicinas recetadas por el doctor, sentía que algo andaba mal porque en ves de mejorar solo empeoraba, se la pasaba durmiendo la mayor parte del tiempo y eso se le hacía extraño, pero el pelinegro no reaccionó de buena manera, fruncía el ceño negándose a seguir hablando de eso, diciendo que solo eran ideas erróneas por parte de el, de que debería dejar de pensar en tontearías y seguir con las recetas hechas por el medico que nunca vio presencialmente. 

Una cosa llevó a la otra, Kazutora se sentía ignorado, como si su palabra no tuviera valor a pesar de ser él el enfermo, no pudo controlarse y solo tiraba lo primero que encontraba, los jarrones, los cuadros, vasos de vidrio hasta platos, era insoportable no ser escuchado al menos una sola vez por el azabache, odiaba sentirse como un maldito animal que necesitaba de atención, ser cuidado y mantenerse con la cola alegre esperando por la llegada de su amo, las lagrimas no eran de esperarse, su garganta ardía de tanto gritar. 

—¡¿Por qué nunca quieres escucharme?!— Empujó al pelinegro cuando este intentó abrazarlo y retenerlo en sus brazos, corrió hacia una de las habitaciones y se encerró en esta abrazándose a si mismo, su corazón le dolía. —¡Deja de tratarme como un maldito anormal! 

—¡Kazutora! ¡Sal ahora mismo, sabes que no puedes estar solo en una habitación!— No alcanzó a detener que la puerta se cerrara, agarró la perilla tratando de abrirla pero fue inútil, estaba con seguro y comenzó a golpearla —¡No se quien diablos te mete esas ideas! ¡Deja de exagerar!— Al ver como el contrario no tenía intenciones de abrir, suspiro dejando caer su frente en la puerta. — Por favor, Tora, te escuchare, abre la puerta... 

—¡Cállate, solo mientes y no me tomas en cuenta!... ¡Te odio!— Apoyado en la puerta, cayó de rodillas mientras seguía abrazándose, las lagrimas que bajaban de sus pómulos los limpiaba sin cuidado alguno con su manga, odiaba sentirse así, odiaba todo. 

A través de la puerta, pudo oír el sonido de algunas llaves, Baji ya vio venir una situación como esta y tenía las llaves de todas las habitaciones para no volver a romper la cerradura, al abrirla, Kazutora estaba en el suelo abrazando sus piernas, si le dolió que le dijera que lo odiaba, pero muy dentro suyo sentía que lo merecía, después de todo no era muy sincero con su pareja, cuando intentó levantarlo y abrazarlo, como siempre, consolando sus emociones hasta que se calme y se duerma, olvidando el tema como si nada a la mañana siguiente, pero no fue así, cuando Kazutora se levantó del suelo, sin dudarlo se abalanzó a Baji y lo golpeó haciendo que cayera al suelo. 

—¡Te odio, te odio, te odio!— Se sentó arriba suyo y comenzó a golpear su rostro, no le importó que comenzara a sangrar, no le importó golpear a la persona que amaba, su corazón se estrujaba que el dolor lo agobiaba, sentía que el aire comenzaba a faltar en sus pulmones, la adrenalina que sentía hacía que tuviera miedo, además que comenzaba a temer de su propia pareja.

Baji no puso resistencia, el rostro de Kazutora lo hacía mantener quieto recibiendo los golpes, el como sus ojos estaban rojos, sus lagrimas que no dejaban de bajar de sus cuencas, su cabello desarreglado y las pequeñas heridas de rasguños en su rostro, su intento de mantenerlo para siempre a su lado, aprovechándose de sus medicamentos al manipularlos y alterarlos para que siguiera como el comienzo, comenzaba a sentir la culpa de todo el daño que hizo, había provocado el mismo, que su serena y tierna pareja, comenzara a odiarlo hasta el punto de querer golpearlo. 

Poco a poco, sus golpes comenzaba a ser débiles, su mirada se agachó haciendo que su cabello cubriera su vista. —¿Realmente me amas?...— Con la voz baja habló, esperando alguna respuesta comenzó a temblar. —Si lo haces... ¿Por qué no me apoyas?— Llevó sus manos lastimadas hacia su rostro cubriéndolo por completo, sus nudillos se veían rojizos y con heridas abiertas. —¿Por qué eres así conmigo?... ¿En serio me amas?— Su llanto se hizo fuerte, su garganta seca y áspera, haciendo que la habitación resonara de sus balbuceos y rota voz. 

Baji se sentó, escupiendo la sangre que mantuvo en su boca, sin importarle el dolor en su rostro, rodeó con sus brazos el cuerpo de Kazutora. 

Precario. || Drabbles  「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora