Obsesión.

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Lidio con los años en la celda, negándose a comer y seguir durmiendo, los mismos oficiales hicieron que fuera a las citas con la psiquiatra que tenían en el reformatorio, no le importaba lo que le decía, sus intentos en que cambiara eran en vano, pero se acostumbraba un poco al sentirse escuchado, esa mujer era joven, ella insistía en que comiera y saliera de vez en cuando de su celda a solearse, sus cuidados lo hacían sentirse algo querido, aquella maternidad que nunca recibió de niño, esa dulce mujer se encargaba de consolarlo, las tardes que despertaba por pesadillas, iba en busca de ella para que lo calmara y relajara con sus caricias, de alguna forma pudo mantenerse algo cuerdo en los años que pasaban, pero cuando estaba por salir luego de cinco años gracias a su buen comportamiento, aquella mujer simplemente desapareció. 

La mañana que por fin dijeron que ya era libre, salió y el único lugar que tenía en mente para ir, era aquel parque que solía acudir de niño, cuando llegó vio como había sido remodelado, fue hasta el columpio sentándose y balanceándose un poco, ahora solo debía pensar en que hacer con su vida, al final termino alejando a todos de su lado, no tenia a nadie, no tenia un hogar, no tenia alguna meta. 

—Que porquería.— Susurró pateando el suelo, tal vez solo debería regresar al departamento de sus padre y lidiar con el problema luego, esperaba que aún lo estuvieran alquilando, de lo contrario realmente no sabría que mierda hacer. 

Se levantó del juego y caminó hacia la pista para pasar a la otra calle, pero un auto se interpuso en su camino, estaba por maldecir a la persona que manejaba, pero cuando esta bajó del vehículo se mantuvo quieto con una expresión sorprendida, era un hombre alto vistiendo formalmente, de cabellera larga y negra, era Baji que se veía algo distinto, retrocedió sus pasos cuando el pelinegro caminaba hacia el. 

—¿Baji?— Sin saber como reaccionar, analizándolo bien el como se veía sonrió con gracia. —¿Vienes a vengarte? Si es así, hazlo de una vez, realmente ya no tengo motivos para esta vida. 

Esperaba algún golpe, algún grito e insulto a su persona, pero no un abrazo, pensó que era una broma y trató de alejarlo golpeando sus hombros, pero el pelinegro de forma persistente seguía envolviendo con más fuerza su cuerpo. 

—¡Aléjate de mi! ¡No me toques, maldito idiota!— Golpeaba su cabeza pero este seguía sin moverse, no comprendía nada, estaba confundido, sus sentimientos estaban agitados, la ira y tristeza, el sentimiento de abandono y traición hacían que su pecho se estrujara. —¡Suéltame!— Con la voz sensible y teniendo sus ojos borrosos por las lagrimas que se acumulaban seguía golpeándolo, después de tantos años, a pesar de no querer verlo, no recibió ninguna visita por parte de él. 

—Kazutora, perdóname, lo siento, todo es mi culpa.— Sin soltarlo escondió su rostro en su hombro, soportando los golpes. —Debiste de estar asustado. ¿Cierto? Déjame explicarte todo, pero por favor, no pidas que te suelte, no quiero volver a separarme de ti. 

Kazutora podía sentir como su hombro comenzaba a humedecerse, débil ante el pelinegro, dejo de golpearlo rindiéndose a ser abrazado, comenzaba a sollozar sintiendo las caricias del contrario, aflojó el agarre del abrazo y comenzó a acariciar su rostro limpiando sus lagrimas, el de lunar vio como Baji también estaba llorando, pero mantenía una sonrisa que asfixiaba su corazón, después de todo, no podía olvidarse de su primer amor. 

—Te extrañe tanto.— Limpiaba sus lágrimas y ordenaba sus mechones del rostro, con gentileza comenzó a acariciar el rostro del mayor. —Déjame cuidar de ti, ambos sabemos que yo te necesito y tu me necesitas.— Beso su frente acariciando el cuello del contrario. —Vivamos juntos, planeemos una vida juntos sin nadie más, solo nosotros dos.— Llevó ambas manos a los pómulos ruborizados del contrario, acariciando con sus dedos su suave rostro. 

Su mirada café que en su adolescencia lo hacia suspirar, se veía tan determinada. ¿Realmente podrían vivir juntos? No tenía nada que perder, además de que aún mantenía sus sentimientos por él, arrepentido por lo que hizo en el pasado, siguió llorando y asintió a su propuesta, después de todo era dependiente a él, y sabía que sin Baji no podría vivir. 

Precario. || Drabbles  「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora