Capítulo 37.-«Delicate» Taylor Swift.

135 8 6
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una parte de mí, la pesimista, creyó que Demian fingiría que nada de lo ocurrido la noche anterior había pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una parte de mí, la pesimista, creyó que Demian fingiría que nada de lo ocurrido la noche anterior había pasado. Que, como todos los hombres, acusaría al alcohol, apelando que no sabía lo que hacía, que se dejó llevar, que hacía mucho calor, que todo fue muy confuso, que pedía perdón, pero que no volvería a pasar.

Afortunadamente, Demian era honesto, sincero, honorable, amoroso y el mejor de los hombres.

Tocó la puerta de mi habitación exactamente a las nueve de la mañana, exactamente la hora en la que yo despertaba cada día, como si supiera mis horarios. Yo fruncí el ceño, molesta, porque creí que sería Helena, o alguien del servicio, me levanté y abrí la puerta, y ahí estaba él; En pijama, con el desayuno para los dos.

—Buenos días, Ángel—saludó—Sé que odias el desayuno en la cama, pero tendrás que aguantarte, porque fui a comprar Waffles del mejor restaurante con los mejores desayunos de todo Nueva York, así que...

—¿Fuiste tú o mandaste a Joe?—pregunté, dejándolo pasar y él lo hizo. Entonces cerré la puerta, tenía algo de resaca.

—Mandé a Joe—admitió, dejando la bandeja sobre mi cama después de sentarse, yo lo miré confundida, y dolida un poco.

—Dem... yo..., ¿Recuerdas lo que pasó anoche?—pregunté mientras él tomaba una frambuesa y la comía, me miró como si estuviera loca, y yo supe que ni siquiera lo recordaba, me sentí horrible, quise llorar, hasta que soltó:

—Claro que sí, tengo 29 años, no cien, ni Alzheimer, eh—dijo ofendido—Siéntate, me pones de los nervios, tengo hambre y además quiero ver tu cara cuando pruebes este manjar, por favoooor.

Asentí, algo sorprendida y aliviada de su respuesta encantadora. Tenía mi pijama normal, la que no era nada sexy; la del emblema de Hogwarts y el pantalón de Slytherin, definitivamente no usaba mi pijama rosa de seda fantástica que me hacía un culo maravilloso, lo cuál me apenó. Además, no estaba maquillada, ni arreglada, ni duchada, y tenía resaca.

—Voy a cepillarme los dientes—solté y él bufó—No quiero ser una cerda como tú—repetí.

—Si te cepillas los dientes no sabrás a lo que realmente saben estos waffles, por favor, no me ofendas de esa forma—chilló—¿Tú sabes lo horrible que fue despertar a las 7 de la mañana para pedirle a Joe que fuera por esto? ¿Tú sabes todo por lo que tuvo que pasar él en aquella fila larguísima que se hace todas las mañanas en aquel restaurante? ¿No aprecias ese esfuerzo?—me reí, y asentí, sentándome frente a él, con la bandeja en medio—Gracias, señorita Slytherin—tocó la tela de mis pantalones y yo me puse algo nerviosa—Bien, adelante, toma tu tenedor y tu cuchillo.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora