Capítulo 34.- «Feels like the First Time» Foreigner.

96 7 3
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ésta es una historia de amor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ésta es una historia de amor.

El calor era abrasador en la gran manzana, así que yo dormía en ropa interior y con una blusa de tirantes rosada. Usaba el aire acondicionado, pero aún así dormía así, lo cuál resultó poco conveniente sabiendo lo poco consciente que era Demian sobre los límites de la privacidad de sus amigos o de la gente cercana a él. 

A veces simplemente entraba a tu habitación como si no significara una clara violación a tu privacidad, a veces tocaba como si nunca le fueras a abrir la puerta. Me gustaba más cuando simplemente entraba, pero no se lo decía.

Aquella mañana entró gritando con un estúpido altavoz rojo, y gritó:

—¡DESPIERTA, ÁNGEL!—me asusté tanto que que caí de la cama, me golpeé la espalda, enredada en las mantas, y escuché, con el puto altavoz:—¿¡ESTÁS BIEN!?

—Te voy a matar—susurré, levantándome y mirándolo molesta:—¿¡Por qué insistes en perturbar mi paz!?

—Buenos días—dijo divertido, sin el altavoz y yo apreté los puños—Vístete, vamos a salir—lo miré más enfadada y él puso el altavoz frente a su boca, lo que me hizo correr hacia él, él reaccionó con rapidez y subió las manos como rindiéndose, pero aún así le arrebaté el altavoz y le dije:

—Son las 7 de la mañana, yo me levanto a las 9. Necesito dormir.

—Sí, y yo me levanto a las 12 de la tarde, así que imagina lo que estoy sufriendo yo—soltó, estirando la mano para tomar el altavoz pero yo me negué a entregárselo.

—¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa.

—¿Con quién?

—Sólo tú y yo, Noah me mandó al infierno y le puso seguro a su puerta, es un amargado.

—Yo también, déjame dormir.

—No, tú eres aventurera, vamos, vístete—me miró y se rio, señalando:—Lindas bragas.

Eran rosas con estampados de ositos, lo cuál me hizo ponerme algo nerviosa, así que ataqué.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora