Los días pasaron, diariamente salía con Demian a recorrer partes de Nueva York, y cada lugar al que íbamos era incluso mejor que el anterior. Algunos días incluso Noah nos acompañaba, algo más tranquilo y no tan molesto conmigo como antes, incluso salimos a varios clubes, acompañados con Joe.
Calor, alcohol, otras sustancias, baile, música, risas y bromas. Todo era increíble, y he de ser honesta, porque prometí decir la verdad; Demian drogado me caía bien, aunque a veces me costaba seguirle el ritmo, pues se volvía completamente loco y no paraba de ir de un lado a otro, pedía más alcohol, más cigarros, invitando copas a todo el mundo, gastaba miles de dólares, no paraba, y nunca se cansaba, era como estar con el jodido Taz de los Looney Tunes.
Había veces en las que Noah y yo estábamos algo cansados y queríamos ir a dormir a casa, y Demian se negaba, temblando.
Me entristecía un poco verlo así, no es que cambiase toda su personalidad, sólo la potenciaba de una manera garrafal y enérgica, pero aún así una parte de mí sentía que aquel hombre gritando y bailando, tomándome de la mano para que bailase con él en la pista de baile, sudoroso, algo tembloroso y con las pupilas dilatadas no era Demian. Parecía serlo, todo indicaba que lo era, pero no del todo, como si lo viese a partir de un cristal empañado.
Repito; Me caía bien, me divertía, a todos nos divertía y todos lo adoraban, nunca era violento, era gracioso y encantador, pero una parte esencial de él se veía adormecida cuando consumía drogas. Se lo confesé a Noah una vez, mientras lo veíamos ser alabado como un puto Dios por chicas y chicos, que no lo dejaban solo ni un sólo minuto:
—Algo de él se pierde, no sé cómo explicarlo—confesé.
—Sólo se está divirtiendo—me decía Noah, y sí, lo sabía, pero Demian no sólo consumía cuando salía de fiesta, carajo, había tenido varias sobredosis, yo había sostenido su cabeza inerte en su cama, yo, no Noah—Además estamos con él, y él no tiene la coca, me la entregó a mí para que no se le pase la mano—me explicó.
Noah creía que Demian de cierta forma podía controlarse, creía que teniendo él la coca o cualquier cosa podría tener algún sentido de control sobre lo que consumía Demian, pero Demian era un adicto, y serlo te volvía un mentiroso, incluso contigo mismo. No lo podía evitar.
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ESTÁBAMOS CONDENADOS
Roman d'amourDespués de años de silencio y de esconderse del ojo público, la estrella pop Gigi Wilde decide salir a la luz a contar su verdad respecto a su fama y las relaciones que marcaron su vida, principalmente su relación con el hombre más famoso del mundo;...