FINAL.- «Let Go» Sharon Van Etten.

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"Fame is a fickle food

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"Fame is a fickle food

Upon a shifting plate

Whose table once a

Guest but not

The second time is set

Whose crumbs the crows inspect

And with ironic caw

Flap past it to the 

Farmer's corn

Man eat of it and die"

-Emily Dickinson.

Volví a Los Ángeles con Valentina tres meses después de que Nina murió, y con ese último acontecimiento no me quedaba nada de él, ni Aquiles, ni Nina, sólo Valentina, pero de alguna forma Valentina sólo era mía. 

Al bajar del jet y subir al auto, juntas, con Hades, ella me dijo que quería visitar muchos lugares en la ciudad, estaba emocionada y yo le dije que iríamos primero con su abuela y tías.

Valentina, de cabello negro y ojos verdes, tan verdes como los de Demian, y el cabello negro como el mío, con mi nariz, y sus cejas. Sus labios y mis orejas. La combinación perfecta de Demian y yo, la bebé y la niña más famosa del mundo, y nadie había visto nunca su cara, todos sabían de ella, sabían que nació, pero en cuanto lo hizo esperé un tiempo encerrada y me mudé inmediatamente a otro país, escondiéndola y escondiéndome del mundo. 

Es una niña maravillosa y vivaz, divertida y risueña, con hoyuelos en las mejillas y pecas regadas en la nariz, que adora a los perros y grita mucho. Tiene mucha energía y la amo más de lo que jamás me he amado a mí misma, por eso no soportaba la idea de dejarla crecer en un mundo tan poco merecedor de ella, por eso me negaba a criarla frente a las cámaras, me negaba a que viera lo que había pasado con su padre y conociera el peor lado del mundo, por eso me la llevé lejos, por miedo a que me la quitaran de la misma forma en la que me habían quitado a Demian y por miedo a que viera y sintiera la peor parte de ser mi hija y de él.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora