Capítulo 33.- «Hummingbird Heartbeat» Katy Perry.

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Cuando iba a levantarme para encerrarme en mi habitación durante toda la visita de Amelia, Dios o el universo simplemente se negó a darme tranquilidad, así que Demian y Amelia entraron y claro, no pude huir, porque Demian dijo:

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Cuando iba a levantarme para encerrarme en mi habitación durante toda la visita de Amelia, Dios o el universo simplemente se negó a darme tranquilidad, así que Demian y Amelia entraron y claro, no pude huir, porque Demian dijo:

—Amelia, ella es Gigi, mi novia—¿Novia?

Amelia me miró y me sonrió.. Era muy alta, casi de la altura de Brianna, y era muy delgada, demasiado, incluso más que yo. Tenía el cabello muy lacio y castaño claro y los ojos más amielados que jamás hubiese visto, eran casi dorados, su mandíbula estaba más marcada que mi futuro, y su sonrisa era perfecta. Ella era perfecta, tan perfecta que dolía mirarla, como si fuese una belleza peligrosa, como una puta sirena que te asesinaría ahogándote después de distraerte con su belleza sobrenatural.

Demian tenía unos jeans azules, rasgados, una playera blanca con algún estampado y sus vans, yo fruncí el ceño y él me miró con desesperación así que sonreí y me levanté, estirando mi mano para saludar a Amelia. Y si el universo me amase un poco, ella habría sido una persona horrible que me hubiese barrido con la mirada y me hubiese tratado como una competencia poco digna y yo habría tenido alguna especie de justificación para mi odio hacia ella, pero el mundo me odiaba, y claro, Demian no habría podido enamorarse de una mala persona, porque Amelia era jodidamente dulce. Tan dulce que dolía.

—¡Hola, Gigi! Eres hermosa, absolutamente hermosa—dijo sonriéndome y abrazándome, estaba vestida con un vestido azul precioso, todo era verano y sonrisas y olía exquisito. Parecía tranquila, juvenil, mientras yo era amargada y triste—Amé tu último álbum, y creo que es una de las más grandes injusticias que no te hayan dado el Grammy a mejor álbum del año.

—No era tan bueno—dije y ella abrió la boca, sorprendida.

—¿¡No!? ¡Fue el soundtrack de mi última ruptura! No paraba de escucharlo todos los días y llorar, y el penúltimo, Dios... fue el soundtrack para cuando murió mi abuela, y no sólo eso, las demás canciones sonaron en mis mejores pasarelas, y en mis mejores momentos.  Has marcado momentos muy importantes en mí, si no fuese vergonzoso, estaría pidiéndote un autógrafo y corriendo a tatuármelo.

Hice una mueca incómoda, sin saber qué decir, porque era linda, y yo había tenido una visión terrible de ella por haber engañado a Demian.

—Gracias—musité, apenada.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora