Capítulo 8.- «6 Inch» Beyoncé ft. The Weeknd.

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Owen cumplió con su palabra, no porque me amase o me deseara tanto como para casarse conmigo y tenerme para toda la vida, sino para demostrarle a Demian que era un "hombre honorable", pues quería recuperar a su mejor amigo costase lo que costase, ...

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Owen cumplió con su palabra, no porque me amase o me deseara tanto como para casarse conmigo y tenerme para toda la vida, sino para demostrarle a Demian que era un "hombre honorable", pues quería recuperar a su mejor amigo costase lo que costase, aún cuando tenía que sacrificar su nombre y libertad conyugal al casarse con una rata callejera como yo. 

Owen había caído de la gracia de Demian, y él de verdad pensó que casándose conmigo esto iba a cambiar. Como si Demian fuese mi padre del año 1770 que al ver cómo un muchacho me besaba la mejilla lo obligaba a casarse conmigo bajo punta de pistola, como si para Demian el matrimonio de verdad representase amor eterno. Sí que lo hacía, pero él era muy intuitivo, sabía que los móviles de Owen no podían ser más bajos que la lujuria pura, sabía que no me amaba, y sabía que yo no lo amaba como era ideal hacerlo, que amaba la idea de tenerlo.

Pensé que mi boda sería perfecta, nunca lo habría admitido en público, claro, en voz alta me burlaba de esas cosas y fingía que eran estupideces, pero repito, soy desagradablemente sentimental; Quería una boda hermosa, de cuento de hadas, pero ni siquiera la propuesta fue suficiente para llenar ese vacío.

Owen se arrodilló en su oficina, sin nadie enfrente, y yo grité emocionada y acepté, y juro que vi cómo me ponía el anillo en cámara lenta. Casi escuché la sentencia. Cogimos sobre su escritorio, como era lo usual, y él me besó para después pedirme que me fuese, porque tenía muchas cosas que hacer. Yo supe que acababa de cometer un grave error al decir que sí, pero sabía que sería otro grave error, y uno muy estúpido, decir que no.

Así que salí con una enorme sonrisa, fui a mi clase de canto, y me topé con Demian, que estaba en la disquera terminando los últimos arreglos de su nuevo álbum, los últimos días me había buscado hasta por debajo de las piedras, me había pedido que dejase a Owen, que me diera cuenta de que eso no era amor, pero yo le rogué que me dejase en paz, y él sabía que no podías ayudar a quien no quería ser ayudado, así que aquella vez miró mi anillo, negó con la cabeza y cuando estuvo a punto de hablar, solté:

—No exageres. Es amor. Resuelve antes tu destrucción y después resuelves la mía.

Y me fui.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora