Capítulo 40.-«She's A Rainbow» The Rolling Stones.

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Después de tres semanas en Manhattan, Demian y yo nos dirigimos a su casa de Los Hamptons, en Long Island, y el atlántico se extendía en todo su esplendor mientras yo conducía un descapotable, Demian me contaba anécdotas de su infancia, y yo le so...

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Después de tres semanas en Manhattan, Demian y yo nos dirigimos a su casa de Los Hamptons, en Long Island, y el atlántico se extendía en todo su esplendor mientras yo conducía un descapotable, Demian me contaba anécdotas de su infancia, y yo le sonreía por ello. 

En aquella casa de verano con playa privada, en aquellas noches en la playa o en la cama, con las luces tenues y el calor del cuerpo de Demian, él me contó mucho de sí mismo y de su vida.  Me contó que, aunque nació en México, se mudó a California a los 5 años, junto con todas sus hermanas, y vivieron en casa de su tía por mucho tiempo. Su madre no tenía mucho dinero, así que de vez en cuando tejía cosas y las vendía, también lavaba y planchaba ropa como trabajo además de su trabajo normal como profesora de literatura.

Bea cuidaba a los niños del barrio además de a sus hermanos, y en general fue muy duro y difícil respecto a lo económico, pero aún así la madre de Demian le pagaba clases de guitarra o piano a Abigail y a él, a la que también le gustaba tocar el piano.

Pronto Abigail se aburrió y se concentró en otras cosas, como las matemáticas...

—Es una cerebrito con eso, ella me dice en qué empresa invertir, lo hago, y pum. Millones, así como por arte de magia—se rio él—Es una genio para esas cosas.

Pero él siguió interesado en la música, empezó a trabajar desde temprana edad para ayudar a su madre y comprarse un piano usado que le vendía una vecina cuyo esposo era pianista. Demian paseaba perros, cuidaba niños, escribía canciones y se las vendía a chicos que querían declarárseles a las chicas que les gustaban. Demian tocaba la guitarra, y las chicas caían enamoradas ante él, no ante el otro, lo que hacía que no muchos lo quisieran.

Trabajó un rato en el restaurante de su tía, se grababa cantando y tocando el piano y la guitarra en su habitación, que compartía con Lotty y Alicia. Le parecía divertido.

Planeaba convertirse en profesor de música, o de lo que sea, le gustaba enseñar, como a su mamá. Amaba jugar baloncesto, tenía una vida normal, y pudo haberla vivido con facilidad y alegría. Él no buscaba la fama per se, amaba la música, amaba componer y cantar, pero habría sido feliz viviendo una vida normal a la par de que sería feliz viviendo esta vida de lujos, reflectores y flashes de las cámaras. Se adaptaba a todo.

ESTÁBAMOS CONDENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora