CAPITULO 2: Después del desastre

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El ambiente era lúgubre, la tristeza se veía en los ojos de todos los que habían sobrevivido; Hiroaki y su pequeña hija Emiko observaban los retratos de los shinobis muertos durante el ataque del zorro, entre ellos el Cuarto Hokage y su esposa. Pero pese a esto, él sabía que tenía un deber de ahora en adelante, una promesa que cumplir.

Cuando la barrera se deshizo, el Tercer Hokage y quienes lo acompañaban avanzaron rápidamente hasta donde Minato y Kushina se hallaban desvanecidos. Hiroaki se acercó a esta y notó que aún tenía pulso, aunque muy débil.

-Minato- Oyo que ella susurraba –Soy yo, Hiro- Kushina abrió apenas sus ojos y miró hacia donde se hallaba su esposo, percatándose de que este estaba muerto.

-Hiro, necesito que me prometas algo- Dijo débilmente la pelirroja. –Prométeme que cuidarás de Naruto, por favor.

-Kushina no hables así, aún puedes salvarte y vivir junto a tu hijo-, murmuró tristemente, pero ella era poco optimista al respecto.

-Me queda muy poco tiempo, sólo prométeme que le darás amor, sé que tú y tú hija le brindarán una familia amorosa-. Hiroaki se quedó boquiabierto ante tal afirmación. Más sin embargo, decidió aceptar lo que Kushina le pedía.

-De acuerdo, te prometo que Naruto tendrá una familia amorosa en mi hogar, que será protegido y que nada le faltará-, dijo él, dándose cuenta de que estaba llorando.

-Gracias-. Dijo ella finalmente, para luego fallecer.

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Luego del funeral, Hiroaki caminaba hacia el hospital llevando de la mano a Emiko, al mismo tiempo que pensaba en todo lo acontecido y lo que vendría en el futuro. Aún debía hablar con el Tercer Hokage al respecto, pero pasara lo que pasara, cumpliría con lo que prometió.

-Papá, Yumi está en el hospital, me gustaría verla aprovechando que nos dirigimos para allá- Yumi, pensó en esa pobre niña, que por lo que pudo averiguar sólo estaba levemente herida, sus padres muertos, no podía evitar sentir lástima por ella. –Claro que sí, cariño-. Respondió sonriéndole.

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Hacía varios minutos que estaba despierta, con los recuerdos llegando a su mente a trompicones; el ataque del zorro, sus padres, su casa destruida, y finalmente, el chico que la había ayudado y traído hasta el hospital.

-Ya despertaste. ¿Cómo te sientes?- Yumi se giró y se encontró con el chico que la había ayudado.

-Bien, y tu....gracias por ayudarme-

-No fue nada, aparte es mi deber, por cierto me llamo Shisui y tú? Preguntó amablemente –Me llamo Yumi Nozawa. Oye, mis padres...no sobrevivieron, ¿verdad?- Dijo de manera triste.

-No, lo lamento-. La puerta se abrió de manera violenta dejando entrar a una pelinegra. -¡Yumi!.

-Hola Emiko- Contesto la pelimarrón al ver a su amiga entrar de esa forma.

-Veo que ahora no estarás tan sola, así que te dejo, espero que te mejores pronto y que podamos volver a vernos- Se despidió Shisui con una cálida mirada para luego salir de la habitación.

- ¿Y ese? ¿Acaso no es...?- Comentó Emiko mirando la puerta.

-Es de la Policía Uchiha, me ayudó a salir y me trajo hasta aquí- Dijo –Pero mis padres...están muertos- Admitió con lágrimas en los ojos.

-Oh Yumi, tú no estás sola, yo estoy aquí, y también mi padre, puedes quedarte conmigo si lo quieres- Dijo Emiko con mucha pena.

-No- Fue la respuesta de la pequeña Nozawa –Decidí que no puedo seguir dependiendo de los demás, tengo que crecer, madurar, hacerme fuerte- Dijo decidida.

-¿Qué quieres decir?- Murmuró la pelinegra.

-Tú eres mi mejor amiga, la persona que más admiro Emi, siempre has sido fuerte y valerosa, mientras que yo siempre dependí de mis padres o de ti. Voy a entrenar y volverme fuerte, sólo necesito que me apoyes-

Emiko observaba a su amiga con la boca abierta. Estaba claro que lo ocurrido con el zorro había provocado un cambio sumamente fuerte en ella. Obviamente estaba afectada por la pérdida de sus padres, pero, además de eso, con la corta edad que tenían, Yumi estuvo cara a cara con un hecho similar a la guerra, algo de lo que no fue participe, a diferencia de Emiko, que con sólo 4 años debió enfrentarse a experimentados shinobis al lado de su padre durante la Tercera Guerra Shinobi. Era probable que sus caminos fueran muy diferentes de ahora en adelante, pero siempre serían amigas.

-Por supuesto que te apoyo, es más, te ayudaré en todo- Dijo Emiko con una enorme sonrisa y abrazando a Yumi.

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-Así que eso pasó-, la voz de Hiruzen Sarutobi sonaba tranquila, tras escuchar a Hiroaki hablar.

-Exactamente, y además, quiero que sepa que pase lo que pase, me encargare de criar a Naruto, se lo debo a Kushina y Minato.

-No cabe duda de que eres una persona muy generosa Hiroaki, además estoy completamente de acuerdo con que seas tú quien se ocupe de él- Menciono el anciano, mientras ambos observaban al recién nacido. –Tuviste una gran amistad con Minato y su esposa, además de que fuiste quien más los ayudó, sabrás que hacer. Sin embargo, esto nos lleva a otro asunto, quizás más grave-. Dijo Hiruzen, en un tono aún más preocupado.

-Se refiere al asunto de la bestia con cola, ¿no es así?- Contestó Hiroaki de manera seria.

-Tú hija es la única persona en toda la aldea con la capacidad de controlar al jinchuriki, en caso de que el sello se rompa- Acotó el Tercer Hokage, ahora mirando a Hiroaki.

-Tiene usted razón, lo que me preocupa es que Emiko aún es pequeña y no tiene control sobre sus poderes, además, es consciente de que el elemento madera es importante para la aldea aunque ignora la razón- Respondió Hiroaki, preocupado.

-Supongo que habrá que explicarle el motivo, confío en que de eso podrás encargarte tú, por mi parte me reuniré con el Señor Feudal- Hiroaki quedó sorprendido al escucharlo y sólo se limitó a preguntar. -¿Elegirán un nuevo hokage?.

-No- Contestó el Tercero. –Retomaré el puesto hasta que haya alguien lo suficientemente capacitado para ser hokage, o en el peor de los casos, hasta lo que me toque vivir-

Hiroaki lo observo pensativo y luego le respondió. –Si me permite, quisiera decirle que estoy de acuerdo con su decisión. Minato era el único realmente preparado para afrontar esa responsabilidad, y con el muerto, me es difícil pensar en alguien idóneo en este momento-.

-Tendremos que esperar y tener fe en esta generación que se está formando, que de allí salga el próximo líder de la aldea. Pero retomando lo anterior, quiero supervisar el entrenamiento de Emiko para que sus habilidades lleguen al máximo en el futuro-. Dijo Hiruzen mirando fijamente a Hiroaki.

-De acuerdo, señor. Es lo mejor, ahora con su permiso, me retiro-.

Tras la salida de Hiroaki del cuarto, Hiruzen se limitó a pensar en otro inconveniente que probablemente tendría los próximos días, Danzo.

CRONICAS DE UN AMOR SHINOBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora