CAPITULO 25: Melancolía

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Las nubes de tono gris oscuro tapaban el paisaje de Konoha por completo, se respiraba un ambiente lúgubre, y para Yumi era como revivir los días posteriores al ataque del zorro de 9 colas 12 años atrás, la pérdida de sus padres. Llevaba un vestido negro, estaba parada junto a la ventana viendo hacia el exterior, concretamente al monumento de los hokages. Recordaba como el tercer hokage se ocupó de visitar a los que, como ella, esa trágica noche se habían quedado sin padres, desamparados, entre ellos el recién nacido Naruto, había sido amable, aunque de manera diplomática, como cabía de esperarse de un líder como él, pero, aun así, lo sintió cálido. Se avecinaban tiempos complicados, otra vez.

-Tienes una expresión muy seria- Yumi se giró hacia su costado para encontrarse con Shisui, quien también vestía de luto.

-Simplemente pensaba en lo que se avecina- Dijo la chica.

-Sin dudas será complicado lo que nos toque atravesar. Para una aldea perder de buenas a primeras a su kage es algo catastrófico, en cierto sentido. Habrá cuestiones burocráticas que resolver durante los próximos días-.

-Eso es seguro. Aunque hoy por hoy no hay nadie que pueda ocupar el puesto de hokage. O sea, Emiko siempre fue la candidata ideal junto a Itachi, pero ninguno de los 2 tiene edad suficiente ahora-.

-Quien sabe. El cuarto hokage también fue alguien joven. Habrá que esperar- Dijo él para luego extenderle su mano a Yumi -Vámonos, se nos hace tarde-. Se tomaron de la mano y juntos fueron lentamente dirigiéndose hacia donde sería la ceremonia de despedida del hokage, aunque durante el trayecto, una certeza le llegó, Emiko no sería hokage, no al menos ahora, por más fuerte que sea, ella no aceptaría el puesto.

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Caminaban a paso lento, como si de forma inconsciente no quisieran llegar a su destino. Y es que un funeral no era un evento que generara emoción en las personas. Emiko iba tomada del brazo de Itachi, junto a ellos dos, Sasuke caminaba al mismo ritmo junto a ellos, y delante, Fugaku y Mikoto. La mayoría de los miembros del clan se habían adelantado y solo faltaban ellos. Sasuke iba pensativo, no había podido hacer nada frente a Gaara, prácticamente Naruto se había encargo solo de él, y eso le molestaba. Pero había algo más que le molestaba, y era el hecho de no haber podido protegerla, no fue él.

-Muy bien, por suerte solo han tenido heridas leves- Les dijo a los 3 niños Yumi. Luego del feroz enfrentamiento, fueron encontrados por Kakashi, quien inmediatamente los llevó al hospital. Afortunadamente ninguno tuvo que ser hospitalizado.

-¡Me siento genial!- Naruto estaba bien, puesto que seguía igual de escandoloso.

-Eres el más vendado de los 3. No sé qué tanto presumes- Dijo con burla Sakura.

-¿Y tú, Sasuke?- Le preguntó la joven médico al menor de los Uchiha.

-Estoy bien- Dijo en su tono habitual.

-Perfecto vayan a sus casas. Cualquier molestia que tengan vengan inmediatamente-. Los chicos asintieron y se retiraron.

-Por cierto, Sasuke, gracias por salvarme- Dijo dulcemente la pelirrosa.

-No fui yo quien te salvó, fue Naruto, no tienes idea de cuánto se esforzó-

-¿Fue Naruto? No lo puedo creer- Lo que vio acabó por fastidiarlo, ella, que siempre tenía una hermosa sonrisa para él, ahora le dedicaba esa misma sonrisa al cabeza hueca de Naruto. Al fracasado, mediocre. No debía ser así. Naruto era un simple huérfano, Sasuke era parte de uno de los dos clanes fundadores de la aldea y de los más fuertes. No quería que Sakura le sonriera al rubio, indescriptiblemente, tenía celos.

Se sentía como un idiota ahora que recordaba todo aquello, sus sentimientos comenzaban a ganarle terreno a sus verdaderos objetivos, y eso no debía pasar.

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Miraba fijamente el monte de los Hokage, cubierto de vendajes que evidenciaban su reciente combate, Naruto se preguntaba sobre el mundo ninja, sobre las peleas, las tristezas que causaban todos los acontecimientos relacionados a la guerra.

-Ya debemos irnos, Naruto- Hiroaki le habló con la misma forma apasible de siempre, aunque se evidenciaba cierta nostalgia en su rostro.

-De acuerdo- Le dijo y ambos comenzaron a caminar de forma pausada –Viejo, ¿siempre es así?- Preguntó el niño con tristeza.

-¿A qué te refieres?- Le dijo el hombre con curiosidad.

-El mundo ninja, ¿es así? ¿Debe ser así? Pelearse hasta caer desangrado, matar sin razón. No lo entiendo-. Hiroaki que puso a pensar en lo que el chico, desde su inocente mirada.

-Sé que es lamentable, pero es algo común en nuestra vida como ninjas. El mundo ninja es agresivo, sumamente contradictorio y traicionero. A lo largo de mi vida me he preguntado en muchas ocasiones si hago es correcto el accionar de un shinobi, si vamos en el camino indicado. Matar o morir a manos de un enemigo en tiempos de guerra, atentar contra otra aldea o realizar alianzas según lo conveniente, el mundo ninja siempre será una gran contradicción- Reflexionó Hiroaki.

-Me gustaría que fuera diferente, no tener que matar a los demás por imponer algo- Respondió Naruto con algo de tristeza, y Hiroaki lo entendía, ya que el propio Naruto era prácticamente víctima de ese cruel mundo ninja. Se agachó frente a él y puso sus manos en los hombros del niño.

-Entonces has que cambie- Le dijo Hiroaki sonriendo -Vuelvete tan fuerte o más que ellos y trae la paz al mundo ninja- Dijo señalando al monte hokage.

Le sonrió a su padre adoptivo y siguieron caminando hasta su destino.

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Era sin duda un día triste, solo comparable con lo ocurrido 12 años atrás, con la muerte del cuarto hokage. Los civiles, los miembros y líderes de los clanes, todos estaban allí para despedir a quien fuera el líder de Konoha durante más de 3 décadas, que reaumió el liderazgo en medio del caos producido por la muerte de Minato. Como si la naturaleza olfateara esa tristeza, comenzó a diluviar sobre todos los que se encontraban allí. Emiko a Itachi estaban parados uno junto al otro, el heredero Uchiha tenía su brazo sobre los hombros de su esposa, confortándose mutuamente. Ambos tenían la mirada un tanto perdida, sobre todo Emiko. La joven se sentía impotente, no pudo hacer absolutamente nada por salvar la vida de su mentor, de quien le ayudó durante años a controlar su poder. Recuerdos y momentos que quedaban en la cabeza de cada habitante de la aldea.

Tras regresar a su hogar, Hiroaki se encontró con una visita inesperada, en parte. Sabiendo los gustos de esta persona, el hombre sirvió sake para dos.

-Y bien maestro Jiraiya, aunque lo normal sería preguntarle que le trae por mi casa, es más que obvio que los últimos acontecimientos han sido el detonante de su visita-.

-Como se nota que me conoces, Hiro, al recibirme de esta manera- Dijo el sannin tomando su sake y mirando a su alumno -Y por supuesto que es algo muy serio todo lo que ocurrió-.

-Y sin embargo, no me extraña para nada. Usted mismo me dijo que sospechaba que Orochimaru tramaba algo en contra de la aldea-.

-Quizas nunca lo sabremos. Orochimaru es alguien impredecible- Jiraiya observó a su discípulo.

No sabían que le deparaba a la aldea a partir de este momento, sin líder y parcialmente destruida, quien sabe que deparaba el futuro.

CRONICAS DE UN AMOR SHINOBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora