Con el tiempo, Yumi descubrió que el hospital no daba tanto trabajo como pensaba, claro, si no tenía en cuenta que eran tiempos muy tranquilos y que lo más grave era heridos en misiones. Hace meses que se volvió chunnin, por lo que ya no tenía que hacer misiones en su equipo genin, se dedicaba por completo al hospital. Seguía su amistad con Emiko y entrenaba taijutsu aprovechando su buen control de chakra. Aunque había un aspecto de su vida bastante curioso y especial.
-¿Estas libre?- Oyó una voz detrás suyo, automáticamente se giró para ver a esa persona.
-Shisui. Siempre molestando a esta hora- Le contestó sonriendo.
-Bueno, es el único horario que ambos tenemos. En fin, vine solo a traerte esto- Escondido traía un ramo de girasoles –Por casualidad escuché hace unos días que es tu flor preferida y quise traerte unas-.
-Gra...gracias- Balbuceó –Pero no es necesario-.
-Es lindo hacer sonreír a una chica linda- Dijo él –Me tengo que ir, nos vemos-.
Mientras lo veía irse, Yumi llegó a la conclusión de que acabaría sumamente involucrada con él si seguían así. Error. Estaba muy enamorada de él, no sabía cuándo había empezado aquello, quizás cuando la rescató entre los escombros aquella vez, o quizás con el tiempo que habían compartido desde entonces. Lo único seguro era que estaba enamorada, y que no llegaría a buen puerto con esos sentimientos. Shisui era un Uchiha, y ellos no se caracterizaban por mezclarse con miembros de otros clanes, mucho menos con civiles como ella. Lo mejor era sólo verlo como amigo y no ilusionarse con nada.
Por su parte, Shisui pensaba en que fue lo que lo llevó a traerle flores, relacionarse hasta ese punto con ella. Cuando conoció a Yumi, sintió la necesidad de protegerla, como a cualquier persona en peligro, después evolucionó a una necesidad de simplemente hacerle compañía a una niña a la que ya no le quedaba nada. Con el tiempo la conoció mejor y se fue dando cuenta de lo especial que era, que no era tan débil, al ver el empeño que ponía para ser ninja médico. Era todo un revoltijo de sentimientos que no podía esclarecer. Estaba seguro que le agradaba, incluso podría gustarle, pero ¿otra cosa? No sabría decirlo.
Pero había otro problema en su mente, aún más grave que su relación con Yumi. Algo que abarcaba a la aldea por completo.
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Fue una misión normal, desde su punto de vista, capturar y dar un par de golpes a unos bandidos que asaltaban en las afueras de la aldea. Aunque llegaba cansada, Emiko solía atribuirlo al hecho de tener que viajar apresuradamente en medio del bosque y volver luego a la aldea.
-¡Ya llegue!- Inmediatamente escuchó la estruendosa voz de un pequeño niño responderle.
-¡Emi!- Un niño rubio con grandes ojos azules y una contagiosa sonrisa llegó hasta la entrada de la casa -¡Tengo mucho que contarte! ¡El viejo Hiroaki me llevó a la cima del monte hokage! ¡Y me contó muchas cosas!- Habló el chico de manera atropellada.
-Ve más despacio Naruto, apenas recuerdo todo lo que dijiste- Dijo Emiko divertida.
-Bienvenida hija- Dijo su padre llegando hasta el recibidor –Llegaste justo para el ramen-.
Ramen, la comida preferida de Naruto. Desde que el niño lo probó por primera vez, Hiroaki aprendió todas las recetas habidas de ramen, aunque, obviamente no se comparaban con el gusto que tenía el ramen de Ichiraku, lugar al que Emiko había llevado a Naruto cuando tenía 4 años, y donde empezó ese gusto tan particular del niño. Estaba contenta de estar en su hogar nuevamente. Mientras cenaban, Naruto continuo con su incesante charla.
-Y, ¿cómo va la academia?- Preguntó Emiko entre medio del parloteo del niño.
-Pues...me aburro mucho en las clases, además esta ese fastidioso y engreído de Sasuke que siempre quiere lucirse- Dice con una mueca –Y lo peor, todas las chicas lo apoyan-. Emiko solo atinó a reírse de lo que oía. Estaba claro que a Naruto le desagradaba Sasuke Uchiha, aunque le daba la razón, le costaba creer que un niño tan antipático fuera hermano de alguien tan amable como Itachi.
-Así que engreído, ¿eh?, pues ignóralo Naruto, y entrena duro, estoy completamente segura de que algún día serás más poderoso que él- Dijo Emiko con una sonrisa.
-¡Sí! Además, hay algo que decidí mientras no estabas Emi- Habló con semblante serio el pequeño. –Decidí que quiero ser hokage, así todos me respetarán, y no volverán a rechazarme ni a verme de esa forma- Dijo esto último de manera triste.
Emiko bajó repentinamente la vista hacia Naruto y lo observó detenidamente. Era sólo un niño pequeño, pero se daba cuenta de las cosas. Y ella misma lo percibía. Esa hostilidad con que lo trataban los aldeanos, incluso cuando estaba con ella y su padre, la gente no paraba de observarlo de esa forma. Realmente odiaba todo eso.
-Es un grandioso objetivo- La voz de su padre cortó sus pensamientos –Es por eso que debes esforzarte Naruto, como te explique, el hokage es la persona que protege a todos los aldeanos, el guía de nuestra aldea- Dijo con una cálida sonrisa.
-¿Vas a algún lado a esta hora?- Pregunto Emiko al verlo con su ropa ninja.
-Solo una reunión con los líderes de los clanes. Nada de importancia- Sin embargo, el rostro de Hiroaki decía otra cosa.
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Desde la ventana de su cuarto, una pequeña con enormes ojos verdes y cabello rosado observaba la luna llena, ese día le ocurrió algo diferente a lo que habitualmente le pasaba.
Recién salida de la academia, Sakura Haruno iba corriendo hacia su hogar, puesto que se le hacía tarde. No iba prestando mucha atención al camino, así que cuando no se sorprendió cuando se chocó con alguien. La sorpresa vino cuando se fijó en la persona, un niño de cabello negro con mirada indiferente que apenas la ayudó a levantarse. El chico apenas la miró, pero solo eso bastó para que Sakura se sonrojara.
-¡Sasuke!- Escucho que una mujer lo llamaba.
-¡Ya voy mamá! Espero que estés bien- El chico en cuestión se fue. Luego de eso, Sakura salió de su ensoñación y se fue a su casa.
Ahora recordaba quien era el chico, Sasuke Uchiha, un chico de su clase que siempre sacaba altas calificaciones. Antipático por lo general, de un clan poderoso, comparado con ella. Al haber sufrido el asedio de sus compañeros de clase debido a su frente, no había prestado mucha atención a éstos, por lo que era la primera vez que veía cara a cara a uno de ellos. Era muy pequeña para saber si era amor de verdad lo que sentía, pero estaba segura de algo sobre Sasuke, le gustaba mucho.
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Sasuke se encontraba sentado en el corredor de su casa que da al patio, miraba la luna atentamente, entre medio le vino a la memoria el encuentro que tuvo en la tarde con una de sus compañeras de clase. Según recordaba se llamaba Sakura, como las flores de cerezo, pero eso era lo más que recordaba. Sin embargo, esa tarde, se llevó otra impresión de ella. Ni bien chocaron en las calles de la aldea, ella estuvo aturdida unos segundos, la ayudó a levantarse, y en ese momento creyó que ocurriría lo mismo de siempre, se le tiraría encima y gritaría todo el rato ¡Sasuke!, como todas las niñas de la academia. Pero sucedió todo lo contrario, ella solo lo miró y aceptó su ayuda para levantarse, se disculpó y se fue rápidamente. Le pareció distinta de todas las demás niñas. Bajó su cabeza y vio que su hermano se acercaba.
-¿Aún estas despierto, Sasuke?- Dijo el mayor.
-No puedo dormir. ¿Dónde están todos?-
-Una reunión importante- Contestó Itachi.
Se preguntó que debía de ocurrir para que sus padres no estuvieran. -¿Es algo grave?-
-No precisamente, pero si algo que podría cambiar y mucho a nuestro clan. No te preocupes, todo estará bien.
Sasuke sonrió, si su hermano lo decía, era porque así debía ser. No tenía que preocuparse por nada en absoluto.
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CRONICAS DE UN AMOR SHINOBI
RomansEmiko Senju y Yumi Nozawa poseen diferentes personalidades y capacidades como ninjas, sin embargo, la tragedia acaecida en la aldea de la Hoja cambiará sus vidas por completo, quedando unidas de por vida a quienes menos imaginaban. Por otro lado, Sa...