Jamás, me había sentido así. Jamás había lamentado una muerte de esa manera hasta hoy.
No podía creerlo, me negaba a pensar que se haya ido el hombre que hace un par de días logró reencontrarse con sus hijas, ese que era tan gruñón y petulante...él que me alegraba las tardes con su malhumor y sarcasmo que no muchos entendían.
Él era brillante. Hal Parker, un hombre innecesariamente solitario, un tres de octubre en altas horas de la madrugada había fallecido dejando tantas cosas inclusas. Una historia que no había empezado. Tantos momentos amenos que pasaríamos. En el momento preciso en el que su vida había dado un giro de trescientos sesenta grados.
Se ha ido.
Sin decir adiós, sin alcanzar a decir la mitad de todas las cosas que pensaba. Jamás podrías captar la vibra, la esencia de Hal Parker. Era un misterio que muy pronto íbamos a descifrar. Nos faltó tiempo. Tiempo de calidad en el que nuestra amistad hubiese crecido aún más. Tantas cosas por decir, por vivir.
Me duele el corazón. No pude dormir sollozando. Adler por un momento casi me descubre pero sólo logré aguantar la respiración. Tuvimos un día bastante ajetreado por lo que no le fue difícil conciliar el sueño. Por suerte. No iba a decirle esto antes de dormir, sería muy cruel, y ni siquiera sé cómo lo tomará. Una completa tragedia. No hay palabra mejor para describir esta oscuridad que nos está envolviendo.
Desperté con los ojos hinchados de tanto llorar. Abrí los ojos y él me estaba observando por el rabillo de los suyos. Intenté sonreír pero sólo logré darle una sonrisa torcida. Me acerqué a él y acurruqué mi cabeza en su pecho. Moví sus brazos para que estos me envolvieran y así sentirme mejor. No había nada que lograra calmarme más que estar en los brazos de Adler. Pero ni eso servía en estos momentos. Intentaba aparentar que esta era una mañana más. Que pronto partiríamos al centro de rehabilitación y comenzaríamos la rutina. Que volveríamos felices a casa por el buen rendimiento de Adler, y comentar alguna que otra broma que nuestro amigo Hal nos hubiese contado.
— Estás tiritando. — Rompió el silencio arqueando una ceja.
— Tengo frío. — Sonreí nerviosa subiendo las sábanas para taparme hasta el rostro.
— No es que no esté cómodo o feliz de esta forma, pero ¿No deberíamos tomar desayuno para ir al centro? Ya sabes que a las enfermeras no les gusta que llegue atrasado.
— Oh — sólo limité a decir —, es que me han llamado por la mañana. Quieren que... vayas en la tarde, si eso no es problema. — Me senté en la cama dándole la espalda. Si algo sabía Adler, era leer mis movimientos, mis expresiones. Sabía que no podría esconderle la verdad por mucho. Y es que no quería hacerlo, pero necesitaba encontrar el momento preciso para que pueda tomarlo de la mejor manera posible. Ilusa fui; no la había.
En estos momentos te das cuenta que verdaderamente no somos nada. Que somos tan frágiles, que nada te garantiza que estarás en pie en los próximos diez minutos.Ay, qué tristeza. No logro asimilar lo que ha pasado en tan poco tiempo, y dudo que lo haga pronto. Es como si estuviera caminando en las nubes, no siento el suelo. La realidad. Pronto caeré al piso, sin saber cuán fuerte será la caída.
— ¿Entonces por qué te levantas? Quédate un segundo más en la cama. — Respondió cálido. Sonreí inconscientemente al verlo ahí, acostado. Con sus ojitos de estrella. Me observaba divertido.
— Suena muy tentador... Pero creo que deberíamos desayunar. ¿Te parece en la terraza? — Asintió alegre. Victoria no tardó en llegar para realizar sus labores.
— Hola, guapetón — dijo —. Hola, Mía. — Hizo un gesto que capté en un instante. Negué ligeramente con la cabeza. No, aún no sabía la terrible noticia.
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Lo Feliz Que Soy A Tu Lado
RomanceEl ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su present...