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Me desperté al alba para preparar las cosas para el día de hoy. Era muy importante para nosotros que todo saliera de maravilla. Era la primera vez que invitábamos formalmente a nuestras familias a casa después del accidente. Nuestros padres, mis hermanos con sus respectivas parejas y sus hijos.

Queríamos que todo saliera bien, porque era lo mínimo que podíamos hacer por ellos, darles una cena de acción de gracias inolvidable, como siempre nos han dado a nosotros.

A fin de cuentas, será el momento para celebrar que de a poco estamos volviendo a la estabilidad. Deseo con todas mis fuerzas que así sea.

Compramos mucha comida, que sé que sobrará porque ellos por ningún motivo llegarían con las manos vacías. Adler había estado ansioso toda la mañana, lo escuchaba cuchichear con Victoria. No sabía de qué trataba tanto alboroto. Lo que sí sabía, era que yo me sentía de la misma manera, las desventajas de ser una maniática perfeccionista.

Me encontraba en la cocina cuando los escuché hablando.

— Entonces, vamos a dar una vuelta, guapo. — Sugirió Victoria. El chirrido de la silla se intensificó y en un segundo supe que estaría por entrar a la cocina.

— Me da pena que Mía esté trabajando sola mientras yo salgo a pasear — sonreí al escuchar lo considerado que era. En este tipo de situaciones siempre se excluía porque le daba coraje y vergüenza no ser útil, pero es notablemente considerado al intentar quedarse en casa. Además, siempre preguntaba su opinión.

— Claro que sí, pero después de nuestro paseo, ¿no? — Dijo algo frustrada. Algo no me parecía bien.

— Bueno... déjame preguntarle si está de acuerdo — en eso se abre la puerta y finjo no haber escuchado nada de la conversación —. Hola, Mía. — Dijo sonriente.

— Hola, lindo — sonreí dejando un par de vasos en el lavavajillas —. ¿En qué andan?

— Quería preguntar si podemos salir a dar una vuelta por el vecindario, Victoria y yo — preguntó nervioso —. Sé que debería darte apoyo moral pero esto me está estresando un poquito, irónico lo sé. — Victoria posó una mano en su hombro, instintivamente la mirada se me fue a Adler.

— Claro, no te preocupes. Aquí estaré preparando todo. — Le di un beso en los labios y luego seguí picando vegetales para la cena.

— ¡Gracias! — Respondió emocionado — Victoria promete ayudarte cuando volvamos, ¿cierto?

— Claro, apenas lleguemos. — Dijo servicial. En ese momento, sin más se fueron, dejándome sola en la cocina. Pronto llegaría una ayudante para dejar las cosas listas.

Esa pequeña salida fue de dos horas. Dos horas en las que yo parecía pulpo. A pesar de que Adler no pudiera ser ayuda como a ambos nos gustaría, siempre apreciaba su compañía o apoyo mientras hacía las cosas, pero en estos momentos no parecía importarle en lo más mínimo.

¿Qué podrían hacer que han tardado más de dos horas? Todo esta cerrado por lo demás, no es como si hubiesen ido al centro comercial o a algún otro lugar.

Me arreglé para la cena y me puse un vestido verde esmeralda que a Adler tanto le gustaba. Me maquillé ligeramente y volví a mis labores.

Como si hubieran leído mis pensamientos los escuché entrar por la puerta trasera.

— Oh, Dios. Y cuando casi caiste al piso — escuché reír a Adler, Victoria reía a la par. Fui a encontrarlos y su rostro cambió —. Mía, hola. Perdón, se nos hizo algo tarde, espero que no te molestes.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora