No, ya he pasado por mucho. Podía soportar ciertas adversidades, cosas puntuales. Pero no podría soportar estas oportunidades que el mismo destino, (desgraciado destino) me presentaba.
¡Cómo iría! Sólo yo sé donde están esos papeles. Nadie, ni siquiera Adler, lograría saber en qué parte están. Los guardé de esa forma porque eran importantes y no debían estropearse. Pero en este momento ser precavida me ha jugado una mala pasada.Caminaba por toda la casa, sin poder dormir, con una taza de té y calcetines rotos que aún no tiraba a la basura, aterrorizada, sin coraje para afrontar la inminente acción que debía realizar:
Debía volver a verlo. Por primera vez, no podría salir corriendo ni evitarlo. Para colmo, lo más probable es que deba verla a ella también.
Ver cómo esa casa ha cambiado, ver cómo las fotos de nuestras travesías probablemente habían sido reemplazadas por nuevos momentos para el recuerdo. Estar en un lugar que había sido mi, nuestro, hogar; por tantos años. Sí, ese lugar que ya no reconozco. Ese lugar que ya no me da calor ni abrigo alguno.Mis manos temblaban con tan sólo pensar en el momento en el que no podría evitar su mirada.
Me obligué a tomar desayuno a pesar de casi vomitarlo antes de partir hacia donde él estaba.
Luego recordé, aunque no fuera lo correcto, que tengo una llave por ahí, guardada entre mis cosas. ¿Por qué no la arrojé? No sé. Pero la tengo, y sé que en dos horas él estará haciendo su rutina, como todos los jueves.
Fue una pésima idea, pero en mi mente parecía ser brillante. Él no estaría allí, no habría problema, ni un encuentro entre ambos, lo que para mí era primordial.
También es cierto que estaría irrumpiendo en propiedad privada, pero a quién voy a engañar. Esa era mi casa también. Si hubiese querido, podría haberlos echado del lugar, armar una escena y vivir insatisfecha en ese lugar por el resto de mis días. Digo insatisfecha, porque nunca volvería a ser lo que era. Con esa vibra y olor a galletas recién horneadas. Mi colección de velas que Adler encontraría inútil en un principio, y luego elegiría una esencia cada noche a la hora de la cena. Preferí ser la mejor persona y darle todas las comodidades a otra con discapacidades. También preferí escapar de cualquier cosa que me recordara a él, por eso dos horas después, tiemblo al subirme al auto y sentir todos esos sentimientos que dejé en esa casa devuelta.
Estaba tan impaciente por llegar, que manejé más rápido de lo usual, quería que todo fuera rápido, salir de esto lo antes posible sin dejar rastro de haber estado ahí.
En el frontis de la casa no estaba la camioneta del centro que Victoria solía manejar para acarrear a Adler a sus rutinas, por ende, ya se habían ido.
Cuidadosamente abrí la puerta. Miré para ambos lados antes de entrar y aguanté la respiración como si mi vida dependiera de aquello. Era tonto porque estaba sola, o eso creía.
Caminé por el pasillo principal, ese que solía estar plagado de fotos nuestras y me extrañó, más bien me estrujó el corazón, ver que aún seguían ahí, intactas.
¿No estaban tan felices juntos? Ni siquiera han tenido la decencia de sacar las fotografías.Nunca logramos hacer viajes muy grandes, sólo dentro del país, pero eso fue más que suficiente para tener miles de anécdotas que juraríamos contarle a nuestros hijos. Por mi lado, un par de veces estuve a punto de hacer rondas de prensa por mis libros en europa, pero nunca las concreté debido a la falta de apoyo de mi editorial. Pero eso no era lo que importaba en estos momentos. Debía encontrar los míseros papeles. En eso doy un salto al sentir una voz no muy lejos de acá. Luego sentí el chirrido de sus ruedas y sentí una cronología de mi vida ante mis ojos en menos de un segundo.
— Sal de esta casa ahora o llamaré a la policía — seguramente pensaba que se trataba de un ladrón. Noté el pánico en su voz y la impotencia de no poder hacer más que eso. Quería hablar pero de los nervios, no podía emitir un sonido — Oye Siri, llama al-
— Soy yo. — Sólo eso bastó para que permaneciera en completo silencio. Tapé mi boca con ambas manos. Reconoció mi voz en un segundo. Sentí el sonido de sus ruedas cada vez más cerca y a medida que eso sucedía, mi corazón estaba a punto de estallar.

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Lo Feliz Que Soy A Tu Lado
RomansaEl ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su present...