¿Todo bien? ¿Todo OK?
Estoy sentada con Lolly en mis piernas, más lista no puedo estar. Sigamos con la historia. Lo nuestro no fue fácil. No fue algo divino que los mismos ángeles habían planeado desde el cielo.
Cada relación necesitaba confianza para subsistir. Y no siempre la tuvimos. Éramos unos niños. Nos veíamos el uno al otro como una posesión. Peleábamos por lo mismo, por el miedo a perder lo que tanto queríamos.Era un lindo día de primavera, Adler Cox y yo, llevábamos aproximadamente unos tres meses de relación.
Yo en mi último año de secundaria, él en el segundo año de universidad. Nuestros mundos estaban cerca de volver a ser similares. Estudiaríamos juntos en California College of the Arts. El arte siempre corría en nuestra sangre y corazón. ¿Qué mejor que expresarlo juntos? Nada. Nada mejor había. No veía la hora para volver a verlo en los recesos, si es que coincidíamos, almorzar juntos y hablar de lo entretenido o agotador que fue el período anterior. Pero aún quedaban unos meses por cumplir.
Me hervía la sangre al ver cómo las compañeras de Adler subían fotos de él o con él mientras yo estaba encerrada en la escuela. Y a él le molestaba lo confianzuda que era con mis compañeros de aula, a los cuales he conocido toda mi vida. Así es el amor juvenil, creo. Algo (más bien bastante) tóxico. Queríamos estar juntos las veinticuatro horas del día, respirar el mismo aire y pertenecernos.
— Hola — saludé a Adler amistosa. Iba besarlo en los labios, pero él me dio la mejilla — ¡Hey! Yo quería besarte. — Tomé su cuello sonriendo y planté un beso en sus labios que no aceptó tan gustoso como siempre.
— Hey. — Dijo posteriormente mirando su teléfono. Entré a su casa y su poco afecto me hizo pensar que algo andaba mal.
— ¿Sucede algo? — Pregunté más que extrañada — No te ves muy a gusto.
— ¿No? Al menos que hayas hecho algo que yo no me haya enterado.
— ¿De qué demonios hablas? — Adler se veía muy irritado y al parecer, ¿yo era la razón?
— Tim te vio salir con Adam ayer.
— ¿Con Adam? — Pensé — Oh, claro. Fue a casa después de la escuela a trabajar en el proyecto de economía doméstica.
— ¿Bueno y por qué no me dijiste? Lo invitaste a casa. Tu mamá trabaja en la semana y tu padre siempre llega del trabajo en la madrugada.
— No estábamos solos. Papá llegó temprano — suspiré decepcionada del momento en el que estaba —. Vamos, Adler. Fue por un estúpido proyecto de la escuela. ¿Confías en mí?
— Claro que confío en ti — masculló —, no confío en Adam.
— Eres increíble — reí sarcástica. Y es que de verdad. No creo que él tenga derecho a reprocharme nada — ¿Qué hay sobre tus compañeras UNIVERSITARIAS? Te menean el culo de lo lindo y tú no haces nada para detenerlo — sentía la sangre hirviendo en mi cabeza. Quería relajarme pero no podía —¿Te he dicho algo al respecto? Nada. Porque yo sí confío en ti.
— ¡Me da rabia! Demasiada. Porque te amo y de verdad no quiero perder lo que tenemos. — Alzó ligeramente su voz. Para mí eso bastó para quedarme en total desconcierto, o como quieras llamarle. Esa era la clase de desconcierto que había esperado con ansias.
— ¿Qué dijiste? — Pregunté acercándome. Había dado unos cuantos pasos hacía la alacena de la cocina, completamente evadiendo lo que acababa de decir.
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Lo Feliz Que Soy A Tu Lado
RomanceEl ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su present...