20

276 22 8
                                        

Hoy nos despertamos al alba para hacer de este día uno para recordar, y así fue. Por ningún motivo, ni aunque quisiera; lo pude olvidar.
Fue uno de los días en los que más felicidad y gratitud sentí.

Como te estaba contando, corrí desde temprano para que todo saliera bien, preparando a Adler para un largo y ajetreado día, salimos rumbo a la dirección en la que supuestamente, según Karina, vivía Hal Parker.

Me sentía bastante nerviosa, no voy a negarlo. Una vez que me propongo algo no puede fallar, este día no debía ser un fracaso e iba a intentar con todas mis fuerzas que funcionara.

Tocamos la puerta después de unos quince minutos de pensar qué hacer.

Si hacíamos un gran escándalo, Hal no nos habría querido ver ni en pintura, pero si tampoco le agregábamos algo de emoción, ¿qué diferencia tendría de todos los cumpleaños anteriores?

Es por eso que apelamos a no pensar en lo que diríamos y tanto su reacción como la nuestra sería espontánea.

Azoté con delicadeza la manilla que colgaba de la puerta y esperamos. Rápidamente, abrió Karina, quien al parecer llevaba tiempo esperándonos.

— ¿Hal? — Karina alzó la voz en tono de duda. Luego tapó su boca sonriendo para evitar emitir algún sonido.

— ¿Ajá? — Respondió desinteresado.

— ¿Estuviste ordenando cosas por internet otra vez?

— ¿¡Llegó mi máquina dispensadora de pasta de dientes!? — Los que ahora intentábamos no hacer ruido éramos nosotros. Posé mi mano en el hombro de Adler acariciándolo intentando ocultar nuestra risa.

— No — dijo karina nerviosa, sin saber qué más decir — c-creo que es un poco más grande.

— ¡Uh! Ha de ser mi tostador de Hot Dogs, lo vi en la televisión el otro día y quería saber si podrías hacer un par para la tard-

— ¡Sorpresa! — Exclamamos ni tan animados para abrumarlo, ni tan apagados. Ambos llevábamos pequeños gorritos de cumpleaños, aunque a Adler no le parecía esa idea. Hal de todas formas se veía sorprendido, o más bien confundido. Aunque de todas formas jamás sabría cómo se sentía realmente. Cuando se trataba de esconder sus emociones, él era un experto.

— ¿Esperabas vernos en la puerta de tu casa? — Adler levantó sus cejas sonriendo. Hal negó con la cabeza débilmente.

— Para nada — Suspiró sin expresión alguna. Se veía más desanimado que nunca.

— Bueno — Añadí nerviosa — ¡Feliz cumpleaños, Hal!

— ¿Quién les dijo? — Preguntó de la misma forma. Lentamente Karina levantó el brazo. Él suspiró más fuerte — Te dije que no quería hacer nada hoy.

— Eso es porque no sabes lo que tenemos preparado para ti, cumpleañero. — Sonreí intentando animarlo. Adler se veía nervioso.

— Gracias, pero sea lo que sea, no estoy interesado en celebrar. Estas no son fechas.

— ¿Qué dices? ¡Es tu cumpleaños! Claro que es fecha. — Exclamé confundida. Notaba como lentamente Adler escondía su cuello, como si algo malo fuera a pasar, o lo incomodara mucho.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora