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Estado de negación, tormentas emocionales y lento comenzar de un redescubrimiento de un mundo completamente desconocido.

Parte 2: Nunca acabé de conocerte.

Mía Hart.


El día estaba completamente deprimente, si fuera por mí, me hubiese quedado en cama con Adler todo el día, pero estos eran los días que él más amaba, por lo que insistía en salir a pasear.

— ¿No encuentras que hace mucho frío?  Es un día feriado, muy nublado en el que podríamos hacer una maratón de películas.

— Después de ir al parque, claro — me regaló una sonrisa mostrando su perfectos dientes, casi suplicante, pero más que nada cautivador; sabía cómo cumplir sus objetivos —. Por favor.

— Sólo porque te amo con locura, porque no sabes el suplicio que se me hace salir de casa, espero no congelarme. — Reí alistándome para salir. El día estaba extraño en sí, pero la vibra que había en el ambiente me gustaba, y eso era totalmente por Adler, a quien yo observaba por el retrovisor notando cómo miraba los paisajes de la ciudad como si jamás hubiera vivido aquí toda su vida. Eso era algo que amaba de él, podía encontrar lo bueno en cualquier cosa o persona, porque él era así. Bueno, desde el alma, me encantaba, de verdad.

Nos sentamos en el parque cerca de Broderick, como siempre, y saqué de la maleta una silla plegable para sentarme a su lado.

— Quiero recostarme — protestó algo agobiado, sabía que era difícil por mis brazos debiluchos —, pero entiendo que estamos solos.

— No te preocupes, traje una manta, ya veré cómo me las arreglo para volver a sentarte. — Reí y delicadamente lo recosté en el pasto. Nos mantuvimos en silencio un buen rato.

— ¿En qué piensas? — Preguntó sacándome de mis pensamientos.

— En lo diferentes que somos — tomé su mano y le di un ligero apretón —, me encantaría que hubiera algo de sol, y tú no puedes estar más feliz con este día deprimente.

— No seas una bebita llorona, después llegaremos a darnos un pequeño baño de agua caliente y a la cama a comer lo que sea que nos apetezca del delivery — carcajeó —, además, ya va a salir el sol.

— ¿Qué? No me sorprendería si se larga a llover.

— Soplemos las nubes, para que se vayan — comenzó a bromear soplando con todas sus fuerzas. Luego buscamos formas en las nubes. Un perrito, un autobús y miles de cosas que sólo su imaginación podría distinguir —. Ya te dicho que el sol saldrá, ten paciencia... — Nunca supe si se refirió a que el sol verdaderamente saldría, o que aseguraba que lo mejor estaba por venir, pero eso me gustaba. El día sombrío se transformó en uno primaveral y las cosas día a día fueron mejorando.

Eres el sol entre todas esas nubes.








Llegué de la escuela estresada ya pensando en todos los trabajos que debía entregar el día siguiente. Recién habían comenzado las clases y estos inhumanos no planeaban darnos ni un respiro. Supongo que eso era lo que estudiantes de mi edad debían realizar. Que esto era sólo un extracto de lo que vendría en la universidad. Apenas cursaba undécimo grado y ya estaba experimentando ciertos cambios en mi vida, ya no era una niñita, como mi madre decía, ahora soy una señorita.

Como iba contando, llegué a torturarme pensando en mis deberes, por lo que simplemente me detuve, agarré un bowl con galletas de chips de chocolate y luego dormí una siesta de dos horas. Mi lema siempre era, duermo luego existo y así fue. Me desperté no por opción, si no porque Sally gritaba desde el primer piso.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora