Los próximos días noté un cambio ligero en su estado de ánimo. Estaba más alegre, no cerraba su mente a salir de la habitación y creo que honestamente se cansó de la vida que estaba viviendo. No es que su vida cambie, como a él y a todos nos gustaría, pero si puede mejorar aunque sea en un pequeño porcentaje, creo que poco a poco estará dispuesto a hacer más cosas. Porque no necesariamente tiene que llevar una vida aburrida. Que se vaya el último soplo de mi corazón en esto si es necesario para que pueda ver que sí puede vivir una buena vida a pesar de la tetraplejia. Que la felicidad la puede encontrar hasta la persona más desalmada y desganada. Sólo había que anhelarla y buscarla.
Dos semanas pasaron de la inesperada visita al hospital y mis hermanos seguían aquí para ayudarme, con la diferencia que Ashton deberá volver a casa por el trabajo y Sally vendrá de vez en cuando a visitar, o cuando necesite de su ayuda. Tan lejos no vivimos, su casa está a unos cuarenta minutos de la mía. También contrataron a una mujer que vendrá a limpiar la casa una vez a la semana. No me dieron opción. Claro que lo agradezco y se necesita, pero siempre siento que nadie puede hacer las cosas como a uno le gusta y por eso, también me dedicaré a hacerlo yo misma una vez. Para mantener la cabeza ocupada, moverme un poco.
Temprano en la mañana fuimos al aeropuerto para despedir a Ashton. Se despidió muy cariñoso de Adler y le prometió volver pronto para que hicieran cosas de hombres. Adler disfrutaba mucho de su compañía. He intentado que se reúna con sus amigos de la escuela, de la universidad, pero cuando le hablaba de la idea, negaba rotundamente.
— Muchas gracias por la ayuda y compañía, Ash — soltó su maleta y lo abracé. Victoria, Sally y Adler estaban a unos metros de distancia. Les dio una última mirada y luego se dirigió a mí.
— Fue un placer, Mía. Espero volver pronto — corrió un mechón de cabello que tapaba mi rostro —. Estoy muy orgulloso de ti.
— Gracias, hermanito — sonreí algo apenada por casi verlo partir. Por alguna razón volvió a mirarlos y se alejó de ellos. No me quedó más que seguirlo y lo hice. Una vez que no podían observarnos, de su chaqueta de cuero sacó un gran fajo de billetes. Apenas entendí lo que iba a hacer, negué con la cabeza dando unos pasos atrás —. No, no. No, Ashton.
— Claro que sí, Mía. No seas terca — me tomó por los hombros —. Sé que necesitas dinero.
— Trabajaré más, ahí veré como me las arreglo...
— No. Acéptalo — dijo —. Te sentará de maravilla y te quitará un poco de carga. Lo estoy haciendo porque puedo — silenciosamente comencé a llorar y me abrazó de manera reconfortante —. ¿Cómo no iba a ayudarte? Quiero verte bien. El trabajo que haces con Adler es increíble, Mía. Estás salvando su vida.
— Sólo quiero que esté bien — limpié una lágrima con la manga de mi abrigo —. Eso es todo lo que pido.
— Y lo estará — interrumpió —. Ten fe, acepta ayuda de otros. No tienes que cargar con todo esto por tu cuenta. — Qué curioso que me estén diciendo los mismos consejos que diariamente le doy a Adler.
— Gracias, Ashton. Saludos a todos. — Me despedí una vez más y desapareció por el terminal. Las despedidas significan menos tiempo para volver a vernos, y no pasará mucho tiempo.
Caminé hacia donde ellos me estaban esperando. Qué vibra la de los aeropuertos, ¿no crees? Personalmente, me encanta. Cuando voy a viajar, claro. Porque soy un asco en las despedidas. Caminé por fuera de una tienda de souvenirs y frené en seco al ver un oso de peluche que tenía bordado "San Francisco" en el estómago. Además con una delicada cinta rosada alrededor del cuello. Lo compré sin pensarlo.
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Lo Feliz Que Soy A Tu Lado
Storie d'amoreEl ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su present...