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— Alyssa. — Ante mí estaba esa persona que anhelaba ver, porque sentía que ambas nos debíamos una conversación, un cierre o simplemente una explicación. Porque podía sentir en mi corazón que ella estaba tan sorprendida como yo.

— No sabes cuánto me alegra verte — se lanzó a mis brazos sollozando, mientras que yo; por primera vez, no lloré ni una sola lágrima. No necesariamente porque no estuviera sintiendo nada en este momento; porque sentía de todo. Dolor, pena, nostalgia y miles de sensaciones extrañas, pero aun así momentáneamente permanecía como una roca —. Te he buscado por todas partes. Incluso fui donde tus hermanos. Necesitamos hablar.

— Ha pasado un tiempo... — honestamente, no tenía ni la menor idea de qué decir. La madre de Adler seguía llorando en mis brazos y no había manera de consolarla.

— En nombre de toda mi familia, lo lamento tanto — luego de varios minutos, se armó de valor y pudo decir esas palabras que quebraron algo dentro de mí. Su familia solía ser mi familia —. Vaya, no sé qué está pasando por la cabeza de mi hijo en estos momentos. El accidente lo volvió algo vulnerable, pero si de algo estaba seguro, era de su amor por ti. Y yo... — sus ojos otra vez estaban vidriosos, podía notar el dolor en su mirada, no era tan distinto al mío — Adler y yo estamos vivos gracias a ti. No gracias a un milagro, ni al centro de rehabilitación, gracias a ti; que lograste hacerle ver que la vida no puede ser tan mala después de todo. Jamás podré agradecerte ni siquiera un décimo de lo que hiciste por él, fuiste un ángel en nuestro camino.

— Amé a su hijo como nada en el mundo, Alyssa. Eso puedo asegurarte. Aún creo no entender por qué sucedió esto, tampoco si algún día lo haré. Pero créeme cuando digo que todo lo hice desde el corazón y no sólo por Adler, también por ustedes. Porque desde el primer día fueron como unos verdaderos padres para mí, y siempre estaré agradecida por su amor.

— Cuentas con todo nuestro apoyo, nosotros siempre te quisimos como la hijita que nunca tuvimos — sonrió suspirando. Acariciaba mi mano intentando calmarme, o quizás calmarse a sí misma —. Por lo mismo, no queremos distanciarnos. Eres una chica muy especial, Mía. Y, te aseguro que algún día, Adler se arrepentirá de este error por el resto de su vida.

— Por favor, ven. Adelante — estábamos tan ensimismadas hablando que ni siquiera la invité a pasar —. Quiero pedirte perdón.

— ¿A mí? — Preguntó extrañada.

— Por ignorar tus llamadas, mensajes. No tenía el valor para verlos a la cara, a nadie que me recordara a él. Estos no han sido los días más fáciles para mí, y pensé que evadiendo me sentiría mejor — finalmente, me quebré. Pero qué importaba, era una de las personas más influyentes en mi vida. No cualquiera podía decir eso de su suegra y suegro, pero yo sí. Alyssa y Fred Cox eran las personas más bondadosas que alguna vez conocí, sólo tenían amor para dar, ahora sentía otra preocupación: el dolor que esta situación les cause a ellos —. Pero no fue así, es más, anhelaba verlos. Necesitaba darles las gracias por todos estos años maravillosos que siempre llevaré en el corazón.

Gracias a ti, Mía. Gracias a ti — me abrazó una vez más y permanecimos de esa forma unos cuantos minutos, haciendo intercambio de energía, de emociones. La culpa, la pena; cada vez se hacía más liviana, sentía un peso menos de encima al estar frente a ella y podía asegurar que ella se sentía de la misma manera —. Es por eso que con Fred, hemos decidido ayudarte. — Sacó de su bolso un sobre con dinero que no estaba dispuesta a aceptar.

— Lo siento, no puedo aceptarlo.

— Claro que puedes. Tómalo como una paga por haber cuidado a Adler todo este tiempo.

— Eso lo hice feliz de la vida, no necesita ser remunerado, muchas gracias. — Tomé sus manos delicadamente.

— Sabemos que las cosas han estado difíciles desde la tetraplejia, y que tienes deudas que pagar, un lugar que arrendar y alimentarte para vivir. Por favor, por todo lo que hemos vivido, acepta este sobre. — Insistió realmente firme. No me quedó más que aceptarlo con mucha gratitud. Pasamos hablando mucho tiempo más, sobre cómo eran las cosas, como estaba la familia, incluso del pequeño Ian, el tierno primito de Adler.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora