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Día de acción de gracias fue todo un éxito. Desde la comida, a la compañía. Los juegos de mesa, los chistes de mi padre, los niños jugando y corriendo por toda la casa a pesar de haber comido la más mínima dosis de azúcar, era simplemente estar en familia, y eso era lo que nos gustaba tanto.

Veíamos reflejado un gran apoyo en ellos, siempre han estado para nosotros, especialmente desde el accidente. De eso se trataba, estar ahí para todos, porque sabías muy bien que todos ellos también estarían para ti.

Corrí por la mañana a la editorial sin antes desayunar con Adler, me habían llamado a primera hora, que me necesitaban ahí cuanto antes. No sabía qué esperar, de ellos nada debería sorprenderme, pero aún lo hacen.

Esperé impaciente que llamaran mi nombre. Finalmente, Elton Banks; se veía con una resaca impresionante y lo comprobé cuando su aliento era de los mil demonios. Apenas me regaló una mueca que simuló o intentó ser una sonrisa. Rápidamente se colocó a duras penas sus anteojos e intentó hablar.

— Hola, Cassey. — Bostezó apoyándose en la muralla. No porque intentara ser cool o coqueto, porque no podía mantenerse de pie.

— Mía — corregí —, Señor Banks.

— Cierto — asintió reconociendo su error —. Cassey, verás — levanté una ceja esperando que dijera que todo esto es una broma pero caminó hacia su oficina con suma seriedad. Con cierta distancia, lo seguí —. ¿Cómo vas con el libro?

— Algo atorada pero ya afinando detalles para escribir el final. — Respondí nerviosa. Vi tres pequeños sobres de café en polvo y no dudé prepararle uno bien cargado para ver si así despierta de su casi coma etílico.

— Muy bien — dijo cerrando de a poco sus ojos —, ya no importa. No se publicará.

— ¿¡Qué!? — Pregunté quebrando la taza que había encontrado en el estante por accidente — Ay, Elton, por suerte no recordarás esto mañana — suspiré aliviada. Luego volví a analizar lo que había dicho — ¿¡Qué!?

— No, mentira — dijo riendo —. Nos hemos atrasado con unos asuntos legales, podrás entregarlo a mediados de enero, sin presiones. Esperamos lo mejor de lo mejor.

— ¡Ah! Te abrazaría si no olieras a mierda, Elton. — Salté de alegría y volvió a bostezar.

— ¿Soy más simpático borracho, cierto? — Preguntó divertido.

— En definitiva. — Carcajeé aprovechándome en cierta forma de su estado y buen humor.

— Le he dicho lo mismo a Michelle esta mañana. — Exclamó sorprendido.

— Eh, ¿es eso todo lo que tiene que decir? — Pregunté solamente por el simple hecho de correr a casa y encontrarme con Adler.

— Sí, ya puedes irte.

— Ay, gracias. Elton, ¡gracias! — Le di un corto abrazo que fue el causante de unas cuantas arcadas por su perfume de borracho. Fui a mi auto para irme a casa con un peso menos de encima, con una sonrisa y con ganas de trabajar aún más duro para que este libro sea el mejor que jamás haya escrito. Sé que no lo han hecho porque son buenas personas, porque vieron lo afligida y complicada que estaba con tantas responsabilidades además de mi vida de trabajo; pero nada me importó, acepté ese tiempo extra como una bendición que me cayó del cielo, porque así fue.

Llegué para contar la maravillosa noticia y Adler lucía completamente impecable, hoy celebraríamos día de acción de gracias en el centro, por lo que todos los pacientes y doctores harían una pequeña celebración a la que obviamente estábamos invitados. Karina arreglaba la camisa de Adler, quien al escuchar el sonido de mis tacones, inmediatamente giró su silla para verme.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora