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— ¿¡Te has vuelto loca!? — Alyssa se ha trastornado completamente ante lo que hace unos instantes le había planteado. Su mirada nerviosa no miraba un punto fijo y sus manos estaban más temblorosas que nunca.

— A estas alturas, Alyssa, es lo más probable — suspiré agarrando mi cabeza —. Pero sé que esto es lo mejor para Adler, es lo que él hubiese querido.

— No voy a desconectar a mi hijo, Mía. Él aún está aquí, míralo por favor — se aferró a su inmóvil cuerpo como si eso pudiera en cierta forma, devolverlo a la vida. No a la que está viviendo ahora, esa vida que tanto disfrutaba. La vida que tanto me empeñé en mejorar —. Aún esta aquí... respira.

— Gracias a un manojo de cables y un respirador — derramé más lágrimas, las cuales no dejaban de brotar por mis mejillas, y la tomé por los hombros; sin antes acariciar la mano de Adler —. Alyssa, nadie más que yo entiendo lo que tú y Fred están sintiendo en estos momentos, siento que una gran parte de mí está muriendo. Pero nada podrá devolverme a la persona que más amo en esta tierra. Es por eso que creo que debemos darle la oportunidad de descansar. Él ya está cansado, fue un luchador de principio a fin y vivió una larga vida en tan poco tiempo. Lo he pensado bien, por ningún motivo a la ligera, y créeme, aún no comienzo a asimilarlo, sobretodo si aún puedo verlo. No sé qué será de mí de ahora en adelante, estoy desolada, desamparada... pero sé que Adler merece paz. Y sé que tanto él, yo y todos, estaremos mejor si su hermosa alma puede verdaderamente descansar.

— No quiero dejar a mi hijo atrás, no quiero olvidarlo, no quiero vivir un día sin poder recordarlo. — Temblaba mirando hacia un punto fijo, ese punto era Adler.

— Desconectarlo sería la obra más noble que podrías hacer por él. No es digno, para nadie. El cuerpo es sólo un envase. Su esencia está en mí, en ti, en todos. Piénsalo un segundo, todo lo que quieras en realidad, pero hazlo, piénsalo. — Salí de la habitación después de acariciar la mejilla de Adler. Caminé decidida buscando en mi celular un medio de transporte a través de una aplicación en mi teléfono y en un segundo iba camino a casa. Busqué mi antiguo cuadernillo, ese en el que solía o suelo escribirle cartas. Hojeé un par de hojas, intentando encontrar aquella vez que entre lágrimas escribí para él.

Apreté mis ojos con fuerza y recordé:

— No estoy viendo una película... ¿Te acuerdas de Natasha Richardson? ¿La actriz de Juego de gemelas? — Asentí con la cabeza sin saber hacia dónde iba el rumbo de esta conversación — Ella era su esposa. Hace bastantes años sufrió un accidente en la nieve y sufrió de muerte cerebral.

— Eso es tan lamentable. Sí había escuchado sobre su muerte.

— No es lo que me conmueve. Por alguna extraña razón, hicieron una promesa que si algún día alguno de ellos se encontraba en esa situación, ellos mismos se encargarían de desconectar a su amado. No dejarían que siguiera muerto en vida — suspiró serio. Analítico con una apariencia extraña. Volvió a dirigirse a mí —. ¿Y qué crees? Él cumplió.

— Qué bonito — respondí desconcertada —, y deprimente.

— ¿Harías eso alguna vez si llegase a pasar conmigo? — No me dejó terminar de hablar. Temía que dijera eso. ¿Qué pasará por su mente al pensar que algún día podríamos pasar por eso?

— ¿Qué demonios estás hablando, Adler? — Pregunté cada vez más nerviosa — ¿Qué te dice que estaríamos en una situación así?

— Nada, y a la vez todo

...

— Yo... no sé si podría ser feliz con otro hombre. No si en algún momento tuve la dicha de conocerte, Adler. — Sollocé como una niña. En sus ojos había arrepentimiento. Me tomé muy a pecho lo que para él era algo incierto y que probablemente olvidaría en un par de días.

Lo Feliz Que Soy A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora