Me pregunto cuántas tazas de café serán la cantidad sana para beber al día. O cuántas horas debería dormir, descansar. Probablemente, o casi con seguridad, diría que no estoy teniendo los mejores hábitos últimamente. He bajado de peso, y no, no por gusto. Mi rostro se ve más opacado por mis ojeras y cada vez es más difícil sacarme una sonrisa. Y eso que aún están Ashton y Sally ayudándome en todo momento. No sé qué sería de mí si ellos no estuvieran conmigo. Pero a pesar de eso para mí sigue siendo difícil. Porque podré tener a todas las personas del mundo cuidando a Adler, pero tenía esa convicción de que nadie podría cuidarlo, o entenderlo como yo lo hago, por lo que gran parte del tiempo; me veo evitando ciertas responsabilidades, o desordenando mi agenda.
Y en estos momentos creo que volveré a desordenarla. Y es que hoy no sería un día cualquiera en mi vida. Hoy era mi cumpleaños, treinta años. No es menor, creo que bastante digno de celebración, pero la culpa me mataba al pensar en que durante esté día podría estar avanzando en el libro.
Tampoco es que me entusiasme mucho volverme cada año más vieja, que la vida se me pase volando, pero sé que Adler y los chicos se encargaran de hacer una pequeña fiesta, o un lindo panorama para hoy.
Abrí mis ojos con sentimientos encontrados, sintiéndome tan extraña. ¿Cómo era un día tan normal? No esperaba las grandes sorpresas que me tenían preparadas.
El lado izquierdo de la cama estaba sorprendentemente vacío por lo que me levanté en un segundo en busca de Adler. Al llegar a la sala salté del susto al sentir numerosas cornetas de cumpleaños sonar por todo el lugar. Reí ansiosa acercándome a todos, incluso mis padres a quienes no veía hace mucho, estaban acá. Me dio un poco de pena estar tan desarreglada al frente de todos, pues, recién había abierto los ojos, pero qué importa, son mi familia.
— ¡No puedo creer que estén acá! — Hablé una vez que terminé de abrazarlos. Luego, mi instinto, fue buscar con la mirada aquella silla de ruedas pero no lo veía por ningún lado. A mi espalda siento un leve chirrido y ahí se encontraba Adler, con su silla repleta de globos con helio colgando.
— Feliz cumpleaños, viejita. Ya me vas alcanzando. — Sonrió travieso. Me apoyé ligeramente en sus piernas y le di un corto beso en los labios.
— Ay, mi mejor regalo. — Todos nos miraban enternecidos, yo, por un segundo me olvidé de todas las preocupaciones que me han atormentado este último tiempo, reemplazando mis pensamientos abrumadores con felicidad y gratitud de poder estar un año más en el planeta tierra, un año más al lado de Adler. Alyssa, su madre, me abrazó tiernamente para luego caminar a la cocina.
Había en ella literalmente un buffet de comida y postres de todas las clases que puedas imaginar. No podía creer que habían hecho todo esto por mí.
— Espero que tengas el suficiente hambre como para afrontar el próximo banquete que te provocará un coma diabético, hermanita. — Ashton revoloteó mi cabello.
— Supongo que hoy podremos romper nuestra dieta, ¿no Adler?
— Y esto es sólo el desayuno. — Carcajeó alegre avanzando en su silla de tal manera que quedara en frente de la mesa a mi costado.
— Wow, sí que se han esmerado con todo. Creo que ni siquiera es para tanto — reí bebiendo del café que habían preparado —, pero estoy muy agradecida, claro.
— ¿No es para tanto? — Adler exclamó mientras aún tenía un bocado de panqueques con frambuesa en los labios que le había dado hace unos instantes — ¡Hoy cumples treinta años!
— Sí, tienes razón — respondí entusiasmada pellizcando su mejilla —. Pero, sólo para que sepas; los próximos serán secretos. — Mi comentario le causó mucha gracia, sabía que estaba bromeando. Honestamente, no me importa que sepan mi edad. Cada año es una serie de eventos que formó mi esencia y experiencia, ¡lo que soy! Por lo tanto, me gustaba pensar de esa manera. Envejecer, no como una cosa mala, sino como haber vivido miles de cosas buenas y malas, anécdotas para las generaciones futuras. Me encontraba pensando todas estas ideas filosóficas mientras comía un relajante mousse de chocolate.
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Lo Feliz Que Soy A Tu Lado
RomanceEl ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su present...