Tregua.
No ha pasado un día y ya los pasillos de Belmont High murmuraban:
—Se ve rara.
—No ha dicho una palabra desde ayer—Alardeaban.
— ¿Alguien la habrá lastimado? —Cuchichean unos.
—Ya era hora. A cada cerdo le llega su San Martín.
Uno intentado ser buena persona y llegan con los rumores de mierda.
Me observan mal, decaída, triste, apagada, ven que algo me está pasando y lo agarran de burla sin preguntarse quién es la nueva cocinera o por qué reemplazaron a la anterior; puedo jurar que muchos ni se tomaron la molestia de conocer a Lala o tomarla en cuenta, para todos era la simple cocinera, para mí: lo único bonito que tenía Belmont.
Soy cobarde en lo que respecta ir a la cafetería; le huyo y por ello hoy me senté en las gradas del campus alimentando los rumores con mi ausencia; negándome a la comida que me había traído Garreth. Se quedó conmigo incluso minutos de más saltándose la clase con tal de acompañarme.
En todo el día Megan no habló de sus problemas o de sus cosas y le agradezco; supo respetar mi luto trayéndome a casa en silencio.
El que no hubiera nadie al entrar también me benefició llorando tanto como pude sin que me vinieran a molestar.
Hasta ahora que sentí la puerta abrirse y la habitación se impregnó de esa loción natural tóxica.
—Vete —No volteo a verlo—. Si quieres ayudarme llama a mi novio. No necesito tu consuelo.
Nayet no dijo ni una palabra. Cerró la puerta de mi cuarto, pero tampoco lo escuché entrar al suyo.
Las lágrimas no salieron pues ya no me quedaban, pase creo que una hora recordando a Lala hasta que mi teléfono sonó, y no fue sino al tercer intento que me resigné a ver el identificador:
—No quiero salir —Murmuro.
—O bajas o me dejas entrar —advierte—. Sola no te quiero dejar.
Cuelgo sin darle respuestas claras.
Me dejé el pantalón de pijama, salí con suéter y crocs. Garreth al verme sonrió.
— ¿Qué miras? —espete.
—Te ves hermosa —ríe dándome el casco.
Me subo en la moto con mala cara. Las ganas de volver a la cama surgen cuando mi cara de desprecio no puede ser más evidente al llegar a la playa.
— ¿A poco y tienes talasofobia? —se burla él, llevándome de la mano.
— ¿A poco y no tienes miedo a que te ahogue con mis propias manos? —respondo en el mismo tono, forzando una sonrisa.
La arena hace contacto con los orificios de las crocs haciendo que odie más la decisión de haber venido.
—No miedo, pero si asco. ¿Sabías que el 25% del mar es semen de animal? Más que todo de ballena.
—Entonces anda y embarázate de una ballena.
Garreth me agarra la cara depositando un pequeño beso en mis labios. Los párpados ceden ante la suavidad del beso, la dulzura y la sensación de paz mientras mi corazón comienza a tomar ritmo. Se encargó de sentarnos a ambos en la arena, yo entre sus piernas y brazos, acunándome.
—Lamento lo de Laurens —hundo la cabeza en su pecho.
—Ella era buena conmigo.
—Lo sé. Se nota que la querías mucho. Cuando algo pasaba en la cafetería primero la veías a ella y luego a los otros.
—Mi abuela falleció antes de que yo naciera, la otra está lejos y casi ni la veo, tiene más relación con mi prima Lilith. Las de Nayet son buenas conmigo, me hacían galletas cuando iba a sus casas... pero ninguna se compara a Lala.
—Se me hizo extraño que Nayet me llamara.
—A mí igual —admito—, por un momento creí que no lo iba a hacer.
Que se la iba a dar de príncipe azul intentando rescatarme del hoyo en que estoy sumergida.
El hecho de que no lo hiciera, aun sabiendo que nunca le agradó mi relación con Garreth, y decidiera llamarlo para animarme...
Por un momento considero en perdonarlo, darle una última oportunidad.
—Cuéntame algo —pido, limpiándome las lágrimas.
Estaba sentada en las piernas de mi novio con la cara enterrada en su cuello mientras me acariciaba, mirando la puesta de sol con sus anécdotas de niño que de vez en cuando me sacaban una sonrisa.
Cuando el último rayo de sol desapareció, nos levantamos quitándonos la arena del pantalón. Fue una suerte que llegando a casa no me encontrara con mis tíos, pero si con un auto negro estacionado en el porche.
¿Estuvo esperándome?
Mire a Garreth con la pregunta plasmada en los ojos, asintió dándome, no me permiso, pero si fuerzas en ir a la habitación que queda frente a la mía.
Entre sin tocar; con la luz apagada y solo la computadora encendida, Nayet se dio la vuelta y su expresión de asombro cuando me incline a abrazar por un momento me causó risa.
—Gracias.
Tardó en responder.
No me abrazó como espere que lo hiciera, en cambio, se levantó de la silla cargándome hasta su cama y sentarme en sus piernas, peinando mi cabello rojo con sus dedos.
—Ya te dije que no te odio—me agarro de sus hombros para mantener el equilibrio—. En serio me preocupas. No te tolero, eres gritona, ruidosa, dramática y un poco bastante ingenua —golpeo su hombro—, pero haría lo que sea por ti.
Las palabras de Megan retumban en mi cabeza, me gritan lo mal que está que siga cerca de él, me hacen ver una visión del futuro en dónde volverá a usarme para sus planes y eso me ponen atenta.
Decido aceptarlo tal cual es: hipócrita, sumamente astuto, con la mente retorcida y buenas intenciones guiadas por el mal camino.
—Me amas —acuso, intento molestarlo.
Suelta una sonrisa burlesca.
—Tengo debilidad por ti —se acerca lentamente a mi rostro, encendiendo mis mejillas—, la misma que tú por mí.
Sus labios apenas rozan los míos provocando que, como reflejo, me aparte cayendo al suelo golpeándome la frente.
Nayet estalló en una carcajada a medida que me arrodillo para frotarme el chichon.
Me duele la cabeza del trancazo que me di.
—Mi forma no es la de venerarte ni lamiéndote los pies.
Ruedo los ojos ante su ironía.
—Y usarme como peón me tiene babeando por ti.
—Velo como se te dé la gana —se pone de pie haciendo que lo mire hacia arriba—. Al final del día estas a mi lado.
Los ojos verdosos le brillan y curva los labios como un gato siniestro, que sabe qué hace las cosas mal y aun así se siente orgulloso de ello.
—Tregua —demanda, y lo siento como una puñalada en el tórax—. Ya sabes lo que soy, y hasta donde puedo llegar.
¿Realmente lo sé?
—Prométeme que ya no habrá más trampas ni jueguitos sucios, que nadie irá a prisión ni saldrá herido. Promete que a partir hoy no habrá más mentiras.
Dio unos pasos, sonrió de forma afable y me abrazo.
Un abrazo que sentí falso.
—Ashton fue mi última piedra.
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Las verdades de Debrah. |COMPLETO|
Teen Fiction¿Qué esconderá un corazón roto, una cara perfecta y una rencorosa venganza? Iniciado: 12-02-2021 Finalizado: 03-Julio-2022 🌻