CAPÍTULO 57.

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She.

NAYET's POV.

Árboles y una carretera extensa es todo lo que veo. El culo se me durmió, las piernas igual y maldigo el instante en que Andrea propuso la idea, Megan es otra alcahueta que aceptó esta ridiculez. Hubiese preferido por mucho encerrarme con Debrah en mi cuarto.

Relajo los músculos cuando siento su pequeña mano acariciar mi pierna.

—Te ves tenso.

—Puedes hacer eso un poco más arriba —sugiero, notando como la sangre sube a sus mejillas. 

Me dan ganas de parar el auto y hacerla mía de nuevo.

Tan descarada como es ella, arrastra su mano en dirección a mi entrepierna. Aprieto con fuerzas el volante cuando sus uñas tocan mi...

— ¡Estamos aquí! —gritó Isaac metiéndose en medio de los asientos, con Diana a su lado que se veía incomoda.

—Puedes bajarte —escupo.

Quiero lanzarlo del auto.

—Debí haberme ido con Megan.

Opino igual.

Nos falta medio camino, estamos a tiempo de hacer el intercambio y que se lleve a Diana con él para poder estar a solas con Debrah.

—Lo siento. Ya no pasara —me muerdo la lengua, conservando la compostura.

Si Isaac no fuese tan bueno con la tecnología ya le hubiera metido 3 patadas en el culo.

Debrah se recuesta del asiento jugando con un horrible collar que aún no me explico por qué lo tiene aún. Esa porquería se la regaló Adrián ¿Por qué no lo ha botado?

Respiro para mejor no pensar en ello.

Sin embargo, el camino se me hace insufrible con mis ojos a cada rato desviándose a ver el maldito collar que quiero tirar por la carretera.

Huelo la sal del mar y estaciono al lado de los otros tres carros que venían con nosotros.

Megan entra a la cabaña de su tío mientras los demás corren lanzando su ropa al aire, zambulléndose en el mar.

Le veo las intenciones a Debrah de hacer la misma pendejada y no espero mucho cuando se empieza desnudar arrojándome su camisa en la cara corriendo muerta de risa en un diminuto bikini rojo.

Me encargo de ingresar sus maletas a la cabaña en vista de que por la euforia se le olvidó sus mierdas y vuelvo a la playa encontrándomela acostada en una tumbona.

— ¿No te meterás? —pregunta, pasándome el bloqueador solar.

— ¿Dentro de ti?

Me lanza un manotazo en la pierna mientras me hecho un poco de la crema y la esparzo en sus piernas.

Escaneo su cuerpo detallando su piel, los lunares, sus pequeñas cicatrices y chupetones cubiertos con maquillaje.

—Estamos en público —me levanta el mentón con su uña.

— ¿Ese es el problema?

Me inclino para alzarla en brazos, llevándomela a ella y a sus gritos agudos al mar, a lo profundo para que no tenga más remedio que sujetarse de mí.

— ¡Eres un desgraciado! Llévame a la orilla.

—Si te traje fue para alejarte de la orilla.

Rueda los ojos cafés pero la sonrisa que carga no me demuestra lo molesta que dice estar aferrada a mi cintura con sus piernas. 

Las verdades de Debrah. |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora