CAPÍTULO 55.

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Hechizado por la bruja.

Hoy más que en otros días había sentía tan tenso el ambiente como ahora que nadie se mira ni se habla. La convivencia que se había forjado desde kínder dejó de existir con la venganza a mi ex.

Intento sentirme culpable por arruinar amistades y amoríos de años, pero realmente siento más orgullo que arrepentimiento, hice algo tan gran y enemisté a toda una escuela. Le quite la máscara de hipocresía a varios, no veo nada de malo en eso.

Desmentí rumores.

Aclaré malentendidos.

Y recuperé la dignidad de muchos.

Sé que no soy un monstruo.

—Gracias por traerme a casa.

—No es nada —Megan se inclina a besar mi mejilla y yo...—. ¡MALDITA CERDA ASQUEROSA ZARRAPASTROSA! —intento protegerme de sus golpes mientras limpia su mejilla de la lamida que le di.

Salto del carro cuando veo que el nivel de piñazo va en aumentando, la risa no desaparece hasta que entró a la casa y...

— ¡Shhh! —mamá me manda a callar volviendo al teléfono.

—Qué alegría verte, hijita —remede en voz baja.

Voy a la cocina a servirme un vaso de jugo y me asomo por la puerta para escuchar la conversación de mama. No es de trabajo ya que no está la sonrisa ni el tono falso de amabilidad, parece personal por su expresión.

—Es... bueno ¡Es bueno! Pero... son tantos años... te extrañaré tanto, Evan, has sido más que un hermano.

No me pude aguantar:

— ¿Por qué lo vas a extrañar?

Mamá se dio vuelta muy rápida, entre asustada y sorprendida, como quien no quería ser pillado hablar de un secreto.

—E-Evan, Debrah me escuchó, te tengo que dejar. Sí, claro, yo le digo.

Espere hasta asegurarme de que la llamada había acabado.

—Nayet quiere hablar contigo.

—Para después —la corto—. ¿A qué te referías con que vas a extrañar al tío Evan? Cada que te vas de viaje nunca le has dicho eso.

Ni a mí me lo ha dicho.

Ella tomó aire, acercándose a mí.

—A Evan le dieron un ascenso en su trabajo. Ya le pidieron que se trasladara.

—Eso es genial —exprese—. Significa que visitaré más seguido a la tía Clara para que no se sienta sola.

—No... no estas entendiendo, Debrah. Clara y Nayet se quedarán dos semanas más, luego, ya no

Dos... semanas...

Y ya no...

¿Nayet?

Me quedé muda por un momento, hasta sorda porque veía a mi madre hablar, pero no le entendía nada. Ella me miraba fijamente, cuando se dio cuenta que no reaccionaba. 

—Es diferente ahora. Nayet y tú no son unos niños, este ascenso es un trampolín gigantesco en sus carreras.

Eso quería decir que sería permanente, sin vuelta atrás.

—Pe-pero... —necesitaba que lo confirmara—. ¿Navidad? ¿Fin de año? ¿Cumpleaños?

—Sería muy complicado —sentí un revoltijo extraño en la boca del estómago—, no digo que no, pero, por ahora...

Las verdades de Debrah. |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora