Sapore dolce // JeongMin

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Puede que sea algo sumamente alegre eso pero, se sentía como la jodida porquería en esos momentos.

Puntualicemos. Su "queridísima abuela" al enterarse que tuvo un accidente y que tenía una pierna rota la echó de la casa, pero debería de estar saltando como lo mejor del mundo por que tiene ahora tiene de todo, pero es que se sentía usada, realmente usada y eso no le agradaba, más por el hecho de que le decía que ya no le servía, pero ¿en qué momento fue su juguete? o ¿en qué momento aceptó serlo?

Pero cambiando de tema, se sacó un peso grande de los hombros así que sin importar si todo se quemaba, ella podría disfrutar tranquila de su vida.

A su lado Izquierdo se hallaba BamBam, Wonho y Chang-Kyun y en el derecho Ji-woo.

Al escuchar que la señora Goin la iba a echar de la casa, ninguno dudó en tomar sus cosas y renunciar.

Ya no tenían nada que hacer en esa casa y, su edad pedía un descanso.

— ¿Están seguros de dejar su trabajo por el hecho de que yo ya no viva en esa horrenda casa? —se rasco su nuca.

— Pequeña, creo que tu preocupación no tiene sentido, porque ya renunciamos y no podemos hacer nada —sonrió con pena la señora Ji-woo.

— Si.

— Si.

— Si tonta —se burló bambam, ganándose un golpe por la menor.

— Ay dios, ustedes maduren como Ji-Ji ¿pueden?

— No —dijeron los tres empezando a reír.

Solo ignoró todo y le entregó sus llaves a Wonho para que pudiera manejar su auto que gracias a Yeji, se lo llevó a la cochera.

Cuando los cinco estaban dentro, en la parte de atrás estaban apretados por culpa de Bambam y Chang-kyun. Jeongyeon estuvo discutiendo todo el rato con ellos dos por estar comiendo tanto y que ella estaba siendo aplastada.

Pero pudieron acomodarse a petición de Ji-woo que quería dormir un momento, y como era la mayor, no refutaron.

Wonho, llevó por turno a cada uno, porque Jeongyeon quería cerciorarse de que estuvieran sanos en su hogar.

Cuando se despidió de todos, tomó las llaves y esta vez la menor condujo en un silencio hasta el hospital, reprodujo música para calmar sus nervios y aunque sonaba descabellado el hecho de que ella estuviera manejando con un pie roto, se tuvo de adaptar con la práctica en el estacionamiento de su departamento. Cosa que no fue fácil.

Cuando saludó al guardia de parqueo, tomó la boleta y empezó a buscar un lugar para estacionarse. Al ya hacerlo, apago todo y tomó sus dos muletas, con una no podía acostumbrarse, abrió la compuerta y salió tomando su bolso.

— ¡NOONA!

El griterío la hizo soltar un respingo en su mismo lugar, y más por el hecho que se escuchó como eco en todo el lugar.

Frunció sus cejas y se giró para visualizar como un pasante de su equipo venía corriendo por todo establecimiento.

Y casi se le va el alma cuando un carro iba en retroceso casi chocando a Kim-

— Noona —sonrió. Aquella felicidad se podía notar a solo mil kilómetros, por que sus ojos brillaban como si hubiera visto a la mejor cosa que su vida— ¿Ya se recuperó?, ¿No debería de descansar?, me dijeron que iba a venir —y de su espalda vio un café del mismo hospital, con un pan de mantequilla— le quise dar la bienvenida.