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Maratón (2/2)


La helada brisa golpeaba todo Suwon y con ellos la nieve iba bajando, todo niño estaba emocionado, agarraban aquella cosa blanca fría del suelo y la tiraban a sus amigos, es un bonito recuerdo para ellos y para el mismo niño Park Jimin, cosa que no deje de sonreír y tirar bolas de nieve a su mejor amigo Kim Taehyung.

Pero no todos tienen esa felicidad, en esa misma ciudad, a ese mismo momento, la pequeña Yoo tenía la cabeza baja, estaba en Haenggung, se cumplían tres años desde que su madre murió en aquel accidente automovilístico y se sentía mal, porque ella no murió en aquel incidente sino su madre.

- Vamos Jeo –le hablo su hermana que se puso de cunclillas para verla mejor – mamá está feliz de que estés bien y nosotros bien, no siempre te tienes que echar la culpa.

- Lo siento – hablo la menor, abrazo a su hermana por los hombros, siendo alzada por la mayor.

- Mmh... Mmh... nada es tu culpa, la persona que ocasiono el incidente está pagando por sus delito, así que quiero que sonrías.

Seungyeon la bajo de sus brazos y se separó para ver a su hermanita, quien sonrió para ella, cosa que imito.

No era para nada fácil ser el ejemplo para ella, no la veía mucho y se sentía mal, porque debería de estar enseñándole cosas que ella no sepa, darle consejos de lo que ella quiera saber, lo que piensa que haría una hermana mayor, pero eso no hacía y se sentía terrible.

- Unnie, no llores – dijo de la nada la menor, tocándole la mejilla, la mayor se limpió con la tela negra sus mejillas.

- No estoy llorando Yoo – sonrió con nostalgia – me causa mucha felicidad de que estés creciendo bien... – le sobo sus ojitos y deposito un beso en su nariz, viendo como abultaba sus labios es un puchero – sigue así, ¿okey?

- Bien –suspiro – papá debe estar buscándonos y ya no me acuerdo que hacíamos –se rasco su nuca.

- Estamos igual pequeña –se puso de pie y agarro su manito.

- Algún día te voy a alcanzar y yo te diré pequeña – asintió decidida.

- Espero que ese día llegue –rio.

La ceremonia comenzó después de unos quince minutos.

Aquellas tres personas se encontraban arrodilladas ante las cenizas de una mujer ya difunda, lejos de sus actos y logros, era una tarde difícil, amanecidos con el pie izquierdo pero querer avanzar con el derecho, porque todo sigue en la vida.

Luego de estar en aquella posición que la pequeña Yoo aún no estaba acostumbrada y por todo respeto aun así lo hacía y aguantaba, por que valía la pena, los tres se pusieron de pie y avanzaron a una pequeña mesa que ordenaron poner, se garraron delas manos para dar las gracias.

- ¿Quién fue la última en dar las gracias? – hablo su padre, mirando a ambas.

- Yo fui la última – dijo rápido Yoo.

- No mientas, te toca –regaño Seungyeon – di algo pequeño o...

- Muchas gracias, por darnos un día más de vida, tengo hambre, mi barriga no ha dejado de sonar, gracias por darme una hermosa belleza y hermoso Ángeles, gracias –finalizo Yoo, abriendo sus ojos y soltando las manos.

- Aish... - le golpeo su nuca la mayor.

- Yha... te quejabas también de que tenías hambre... - la señalo – lo hice por las dos y con eso me pagas –se tocó el pecho dramáticamente – me has disparado en el pecho –se tiro en el piso.

Para Changjoon era ver una obra de teatro, pero muy hermosa obra de arte, sin duda lo más frágil y delicado que tiene son sus princesas, y no decir nada, porque sabe muy bien que se tratan así y por qué no pasan tanto tiempo juntas.

Terminaron comiendo Bibimbap, Japchae y Samgyeopsal, comidas que el mismísimo padre había preparado y que eran las favoritas de su esposa.

- Wooah... -se tocó la barriga la menor – estuvo rico –cerro sus ojos y sonrió.

- Me alegra que les guste –asintió el hombre, acomodando todo, viendo como una encargada del lugar recogía todo y reverenciaba mientras se retiraba –bueno, tengo trabajo...

- Y yo tengo que ir a estudiar –completo la mayor, Seungyeon.

- Bueno y yo a conquistar un paladar –se levantó, limpiando su pantalón negro, y posar su vista a su papá y hermana - ¿nos falta algo?

- Cariño, ¿Qué acabas de decir? – hablo su padre, queriendo escuchar de nuevo lo que dijo su pequeña, pero a la vez rezando que no sea cierto.

- Ah... -se sobo su nuca, nerviosa, cual quiera malinterpretaría lo dicho – voy a preparar un postre en casa, ayer le di los macarrones a los nuevos vecinos, pero me encontré a su hijo... - suspiro, recordando la expresión del chico – y bueno, no tuve la expresión que quería o unas maravillosas palabras, así que quiero conseguir ello en él –sentencio lo último, como juramento.

- Sh... - chasqueo su lengua Seungyeon – nunca es fácil conquistar los gustos de las persona Jeongyeon, no tienes que presionarlas.

- Pero ya jure, y un juramento por ello se cumple – sonrió – bueno, tienes que trabajar appa y tu estudiar.

Los mayores negaron a la vez y se pusieron de pie, limpiando rastros de polvo en sus prendas y luego reverenciar en la tumba de aquella mujer.

Los años pasan volando, fue lo que se le paso en la mente a la de ocho años al estar en un carro negro y viendo el camino por la ventana, y bueno estaba en lo cierto, lo años vuelan.



Sapore dolce // JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora