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Maratón (1/2)


Miro por última vez el cuadro de su madre, no odiaba a su mamá y no tenía porque, era una persona maravillosa pero ella no aceptaba el hecho de que se volviera pastelera y chef, pero ahí está aprendiendo de la mejor persona en el mundo y sabe que si su madre probara su postres tendría la misma expresión que la de su papá que la de su padre momentos antes y no lo dudaba para nada.

- Aprendo demasiado –a claro ante la foto y entre cerro los ojos, cogió una caja de color amarillo.

Salió de la habitación de cosas no usadas y se dirigió a la cocina viendo a su papá agarrando tres macarrones más.

- ¿Y para los nuevos vecinos? –dejado la cajita sin armar en la mea, cruzándose de brazos.

- Es que cariño... -suspiro, y mastico por última vez, tragando – están deliciosos, ¿Qué quieres que haga?

- Que bajes de peso –suspiro.

- Eres muy mala.

- ¿De quién aprendí? –sonrió de lado

- De tu madre... -bufo – bueno te dejo, en la oficina me necesitan, ya sabes...

- Ya sé que ahí comida en el refrigerador, o que me puedo preparar algo mientras tu no estés, papá tengo ocho años y no tres, y he aprendido mucho –suspiro, su padre se ponía demasiado protector.

- Está bien, tu hermana vendrá como a las once para las doce.

- Bien –asentía, no veía mucho a su hermana, ya que estudiaba y estaba también en último ciclo de la universidad, tenía varios proyectos y se había inscrito en actuación lo cual obtuvo el papel, por ello nadie le dice nada cuando llega, toma lo que está en la mesa al llegar a la casa lo cual se lo deja su hermana menor Yoo y se acuesta a dormir.

- Me voy... -agarro su maletín y deposito un beso en los cabellos marrones de su hija menor.

Al ver a su padre o no percibir ausencia alguna en la casa, hizo lo que tenía pensado hacer, llevarles macarrones hechos por ella a sus nuevos vecinos que esperaba llevarse bien con ellos y no sabría decir si en aquella casa encontrara alguien de su edad.

No sale mucho de su casa y cuando va a su colegio primaria su padre siempre la lleva unos minutos antes sin problema alguno para las profesoras y cuando sale que son a eso de las seis y veinte minutos no hay nadie en las calles de fuera de su casa, pero sabe muy bien Yoo que ahí niños y niñas jugando fuera de su casa, porque se escucha los gritos agudos de cada uno.

Se subió a su banquito de madera y armo la caja, consiguiendo un rectángulo, tomo seis y coloco tres en un lado y tres en el otro, cerro la pequeña caja y la dejo ahí un momento, porque iba a traer una de sus tarjetas y escribir "bienvenidos a Suwon, espero llevarnos bien" y por ultimo una pequeña estrella al lado de su hermosa letra, muy parecida a la de su madre.

Agarro la pequeña caja entre sus manos sin dejar de sonreír, era la primera vez que le iba a invitar uno de sus postres a alguien. Aparte de su papá y a su hermana que se lo comía cuando llegaba de estudiar y siempre le decía en el oído a su hermana lo muy delicioso que estaba, claro la pequeña Yoo no dormía si su hermana no llegaba.

Se acercó a la puerta de madera color herrumbre, se puso sus zapatillas blancas y tomo aire, nerviosa era poco de lo que sentía, tomo la manija de hierro y jalo con fuerza la puerta viendo la calle, salió de su casa y cerro la misma, tomo el valor de donde lo saco y puso su frente en alto, para luego encogerse y agacharla por vergüenza.

Sapore dolce // JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora