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1 año después: 1 de noviembre

Paso el cuchillo por la mitad del queque posando la de encima en otro plato para agarrar la manga elástica y empezar a untar la crema pastelera y lo decoraba con trozos de fresas en circulo hasta llenarlo, luego con cuidado agarro la otra mitad y la puso encima.

Se enderezó para apagar la hornilla donde había puesto a calentar el chocolate, no podía hacer que se enfríese así que antes de usarlo, llevo su creación a una bandeja con rendijas y agarro el bol donde se halla el chocolate caliente para verterlo con cuidado, concentrado en que toda la delicia ocupara toda la futura torta.

Escucho la puerta sonar, haciendo que frunciera sus cejas.

— Aun es temprano —dijo mirando el reloj colgado en la pared.

Decidió ignorar un rato el timbre sonar para terminar el chocolate hasta que lo dejo a un lado y limpio sus manos en el mandil.

— ¿A quién carajos se le ocurre estar despierto a las siete de la mañana?

Sin mirar por la rendija, abrió la puerta abriendo sus ojos rápidamente y cerrando la puerta a la vez.

— ¡Oye! —hablo al otro lado de la puerta— a si me recibes.

Pero es que claro, quien más se despierta a esa hora sino es Yoo Jeongyeon.

— ¿Qué rayos haces aquí? —susurro para sí mismo con el miedo de que su sorpresa en la cocina no valla a ser lo mejor.

— ¿Jimin? —hablo la pelinegra con preocupación al no oír nada.

— ¡Espera un momento!

Y salió corriendo a la cocina mirando con orgullo y temor su torta, esa cosa deliciosa que debía ser un regalo para ella en su cumpleaños y que aún no estaba lista para dárselo.

Soltando un suspiro tomo la torta y la guardo en la nevera, no era lo mejor, pero así evitaría que no lo viera ni bien entrara por esa puerta.

— ¡PARK, ME CONGELO AQUÍ AFUERA! —expreso mirando su celular.

Quizá no fue lo mejor venir temprano, pero era su cumpleaños, quería pasarlo con su mejor amigo y los demás, no esperaba la gran cosa, no era tan fan de las sorpresas si era honesta pero ya suponía algo por la actitud de Jimin.

Tampoco era como si su atuendo ayudara con el clima, unos jeans celestes pegados, camisa blanca y una casaca de cuero al igual que sus botines, su cabellera un poco larga debajo de sus hombros y flequillo a la vista. Debía agradecer a su hermana por su gran sentido de la moda.

Miro por tercera vez la hora con duda, hasta que vio que la puerta era abierta por un apenado castaño.

— Había olvidado que mi ropa estaba en la lavadora, lo siento —se hizo a un lado— pasa, vi que estamos a cero grados.

— No dudo que podría empezar a nevar —sonrió pasando, quedándose en la entrada para ponerse sus pantuflas blancas.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿me estas echando? —le responde con otra pregunta la pelinegra.

— ¡No! —negó rápidamente con su cabeza apenado por la situación.

Quizás Park no era bueno haciendo sorpresas así que tomando la muñeca de Jeongyeon, camino hacia la cocina donde la dejo frente a la encimera, para abrir la nevera y sacar la torta.

— Sorpresa no tan sorpresa —sonrió apenado.

— Ya lo sabía —entre cerro los ojos la pelinegra— pero tu intento valió la pena.

Sapore dolce // JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora