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Sintió el déjà vu.

Cuando iba de regreso al edificio a velar a su padre en ese edificio, pensando ¿por qué la gente sonreía y ella no? pero en ese entonces todo era sombrío, como una plaga que afecta a todo el mundo, menos a uno.

Ella ya no está perdida, sabía su camino y ahora lo compartía con su hermana.

Y tal vez, aquella presencia que tuvo con su padre en un bar a media noche, la ayudó en algo.

Seungyeon sonrió y miró a su hermana que estaba viendo por la ventana toda la vegetación, muy metida en su mente, luego su vista miró aquella pierna que aun seguía enyesada, frunciendo sus cejas por lo incómodo que era pensar en un catástrofe.

— El padre de Taehyung. Kim Taesun. —pronunció la menor, apenas audible, pero pudo visualizar en su rabillo como se alejaba de la ventana y se sentaba mejor para mirar la carretera de enfrente— no sabia que tenia un hospital.

 — No es de él —solo un milisegundo giro su rostro y lo dirigió de nuevo en su lugar— lo que sé, es que está a cargo, pero realmente el hospital es de una cadena en que está la señora.

— ¿Sabes de qué trata el hospital? —ladeo su cabeza.

— Es triste —hizo una mueca— como dice en su nombre "Hospital terminal" van las personas que no tienen cura en sus enfermedades. —suspiro y se recompuso— pero imagínate, dejando todo de lado. la señora Going si tenía corazón.

Jeong Yeon no dijo nada.

Solo se quedaba en la pequeña nueve que desapareció al perderla de vista por el techo del auto.

Se daba cuenta que con Taehyung no hablaba mucho, y le generaba un poco de disgusto eso. Él siempre estuvo ahí y ella con las justas podía tener algo de tiempo.

Ahora se imaginaba cuánto tiempo estuvo trabajando al lado de su padre y si mal no estaba, con Sana. Mirando cuanta gente del lugar moría, porque sabía muy bien que Kim se encariñaba muy rápido con la gente noble.

Pero, nunca fue su intención, y ahora que iban a estar mano a mano, podrían recuperar algo del tiempo perdido, preguntar lo poco que se perdió, como también conocer a su alma gemela.

Lo poco que conocía alguna vez de Minatosaki, la encanto y maravilloso, no dudo en darles dos golpes en su cabeza a Taehyung, por como casi la jode por completo. Aunque después de todo, mejoró.

Sonrió cuando la baja música que se oía en la radio, pasó flower de una banda kpop.

— Después de que sople el invierno —en un susurro se oía su voz— en cada lugar donde estoy —sonrió tarareando— Puedo sentir tu aroma.

— Cierto Jeonni —la castaña hizo que dejara de mover su cabeza de lado a lado.

— ¿Si?

— ¿Ya no te gusta la repostería o cocina? —alzo ambas cejas sin mirarla, pasaron 5 minutos en donde la música había acabado y otra sonaba apunto de terminar— ¿Yoo?

Lo amaba, amaba hornear pasteles, o cocinar comidas.

Pero, desde que se había ido de Suwon a Seúl, nunca más había tocado un utensilio de cocina.

Luego pensar en su padre que apoyaba su carrera desde tan niña, era algo que apreciaba y sonreía siempre que recordaba.

El problema era que ese sueño se evaporó con los años, porque ya no tenía tanta aspiración en hacer algo que nadie iba a probar. No tenía a su padre que la iba a corregir, o al menos a Seungyeon para deleitarse con sus nuevas habilidades. Y jamás pudo escuchar algo hermoso por parte de Jimin, porque nunca más lo vio luego de años.

Sapore dolce // JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora