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Park Jimin.-

Pensé que la solución era seguir adelante con mi vida, fingiendo que no vi nada, que eso no había sido impactante por lo menos para mí.

Pero ¿A quién iba a engañar?

Me había frustrado tanto desde ese día, que renuncie a ser uno más de ese lugar, preferiría mil veces ser un don nadie a ser alguien con una conciencia sucia, y bueno tal vez mi argumento no era suficiente, pero ni siquiera lo había iniciado.

Mis padres no preguntaron nada, y agradezco mucho ese detalle, aunque sabía que dentro existe una mínima curiosidad de porqué no ir a las prácticas y estar ayudando a su padre con las entregas.

A veces me sentía decepcionada a pesar de no haber hecho nada, pero el sueño de todo hijo es darle un mejor lugar a tus padres para vivir, devolver todos los años con algo que sientan que hicieron lo correcto; pero cuando me miraban yo no sentía eso.

Había un deje de lástima o entendimiento, pero preferiría no pensar en eso porque me dolía mucho el pecho al imaginar eso.

Pasaba las noches pensando mucho en que podría hacer de aquí en adelante, y cuanto más buscaba en todo, más perdido me sentía. Algo con miedo por volver a decepcionarme.

Justo en ese instante, estaba sentado en la esquina de una carretera desolada, cerca al lugar donde trabaja Taehyung y hace tiempo quería hablar con él.

— ¿Jimin?

No sabía si era por el sol que me andaba cegando o era por la mismísima belleza que aquella persona otorgaba con tan pequeña sonrisa.

Pero caí en cuenta de algo.

¿Qué hacía Jeong Yeon en Suwon, con esa bata blanca?

— ¿Tú? —la apunte confundido— ¿Aquí?

— Si... —sonrió de lado y con una ceja elevada. Podía deducir que se estaba burlando de mi rostro todo desconcertado— ahora trabajo con el padre de Kim.

— Pero- ¡¿Qué?! —abrí mis ojos, poniéndome de pie— ando algo confundido, ¿desde cuando y por que no me entere?

La vi suspirar, y me dijo que la siguiera para tomar algo.

Entre a ese lugar que muy pocas veces visitaba si no era para algo más que esencial, pero ahí me encontraba, tomando asiento en lo que parecía un comedor con una botella de agua entre mis manos.

Mis ojos seguían cada movimiento que hacía para tomar asiento enfrente de mi.

No quería decir que estaba feliz que la haya vuelto a ver porque no pasó mucho desde la última vez, pero estaba algo ansioso con lo que me diría... Aunque ya esté saltando de felicidad al saber que ya no tendría que viajar muy lejos, sino cerca.

— ¿Y bueno? —Yo no sonaba insistente, bueno solo un poco.

— Estoy bien Park, gracias por preguntar —rodó sus ojos.

— Sabes muy bien que no es necesario, ya te veo y estas en perfecto estado —me encogí de hombro— pero dime... ¿Cómo lograste trabajar aquí?

— No lo logré —su apariencia se volvió algo sombría, pero no dictaba que estaba molesta— la señora Going me traslado aquí, ya que conmigo teniendome con una pierna enyesada sería un gran estorbo —apretó sus labios— ¡Pero dios, no sabes lo feliz y enojada que estoy con eso!

— Feliz lo entiendo —me crucé de brazos, para soltar un leve suspiro— pero ¿Enojada?

— Es que- ¡AaAhhH! —me asuste cuando la vi hacer una pequeña rabieta— Yo fui la que le dio una buena imagen a ese tonto hospital, ni decir que casi lo cierran, pero ¿Ahora me bota como una muñeca barbie? —frunció sus cejas. No negaré que enojada se veía cool, pero dejando eso de lado, la entendi— En unas dos semanas más me quitan esto —levantó su pie donde estaba el yeso— haré rehabilitación y seré como nueva, y que se joda si me pide volver porque yo ya no estoy para sus servicios desde que cruce Suwon.

Sapore dolce // JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora