No había ni una luz encendida en la casa de los Griffin. Una de dos, la más improbable, ya estaban durmiendo o la más posible, habían salido. Murphy acompañó a Costia a hasta la puerta y tras llamar esperó con el ceño fruncido:
- Me da a mí que los tres cerditos no están escondidos en la casa de ladrillo.
Dijo el taxista:
- ya puedes irte, Murphy- dijo antes de musitar- no creo que me busquen aquí.
- ¿estás segura? - preguntó Murphy mirando la solitaria calle- es la típica avenida oscura y solitaria que suele salir en películas de terror.
Costia miró con seriedad a Murphy, con razón había acabado siendo un taxista, pero de los mediocres y repulsivos:
- estaré bien, gracias.
Murphy levantó las manos en son de paz, no iba a discutir con una mujer que enseguida saltan con cosas feministas y le ponen la cabeza como un bombo. Le iba a pedir el dinero del viaje, pero con el dinero que le dio su exmarido le fue suficiente.
Tras convencer al agente Wick, consiguió la dirección de su "querida" esposa. Lo cierto es que le resultó demasiado fácil, ese policía estaba condenado al infierno por ser débil ante la pereza. En cuanto llegó a la casa de Costia, bueno, ahora suya porque no debería estar en posesión de la mujer, si no del marido, pero bueno, eso lo vería más adelante. La puerta de la entrada estaba entornada ¿acaso no tenían instinto de supervivencia? Por unos segundos alzó el puño para dar unos golpes de nudillos a la puerta, pero al final abrió el puño y dio un pequeño empujón, sus acompañantes se quedaron esperando justo a la entrada del patio delantero. Daniel agudizó el oído, al fondo del pasillo se escuchaba la televisión encendida y unos pasos, como si unos pies arrastrasen por el suelo. El hombre entró en la casa, casi sin hacer ruido, como si tratase de acercarse a un pequeño roedor y no quisiera asustarlo. Cuando entró en el salón se topó con la vecina de Costia. La mujer al ver aquel extraño ahí vociferó un alarido. Daniel puso una mueca, como si aquel grito hubiera sido bien molesto para sus oídos:
- ¿quién es usted? ¿qué hace aquí? - empezó a decir la mujer mientras iba a traspiés hasta el teléfono- voy a llamar a la policía.
- Hace bien señora- dijo Daniel hablando amablemente- hoy en día no se puede fiar de nadie, pero el agente Wick fue el que me dio esta dirección- buscó con la mirada en el resto de la casa por si veía a Costia- me dijo que esta era la casa de mi esposa.
La mujer se quedó anonadada al escuchar aquello:
- ¿su esposa?
- Sí, Costia Hall.
- Dijo que estaba divorciada.
Daniel amplió su sonrisa, esa que empleaba para captar a nuevos fieles, incluso vio en aquella mujer a una posible feligresa para su iglesia, sola, mayor y seguramente con una herencia interesante que podría donar a la iglesia de los Hijos de Dios. Daniel se acercó a la mujer y con dulzura le agarró de su anciana mano:
- Es verdad, me intentó pedir el divorcio- dijo intentando sonar arrepentido- pero ¿puede ayudarme? quiero a mi esposa, nos casamos por la iglesia, en la casa del señor, nos juramos amor eterno, hasta que la muerte nos separe- la mujer aun lo miraba con desconfianza- puede que hoy en día la gente- y recalcó- los pecadores, débiles ante las tentaciones del diablo han hecho que una ceremonia tan pura pierda significado, pero para mí no es una simple ceremonia que pueda romperse por el hombre ¿lo entiende? quiero cuidar de mi mujer, sé que está embarazada y de una...- puso cara de asco, ni fue capaz de seguir- ese niño necesita a una madre y un padre, porque es lo natural- en ese punto la mujer asintió con la cabeza- porque así nos hizo el creador, por favor ¿usted es creyente?
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Aguas tranquilas
FanfictionClarke vive en California junto a su hijo Aden y su madre Abby. Una noche regresa del trabajo y su madre le confiesa que aceptó una invitación de antiguos alumnos sin su permiso, obligándole a ir a su pueblo natal y desvelar el secreto que lleva gua...