Capítulo 48: Llámalo como quieras

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VANESSA

Habían pasado tres días desde que empecé a ignorar a Josh. Y no paré. En las comidas se podría decir perfectamente que pasaba de él. Ayer por la noche se rindió, y volvió a sentarse donde le pertenecía, en la mesa de los monitores.

Esa mañana me giré para observarlo. Puedo decir que se me partió el alma al verlo tan lejos de mí, untando de mantequilla de cacahuete una tostada. Sentí el impulso de acercarme, y pedirle que se sentase conmigo. Pero mi subconsciente cabezota me superaba, y acabé quedándome donde debía hacerlo.

En la mesa no paraban de ir de aquí para allá miradas llenas de compasión por parte de las chicas.

La actividad de esa mañana era ciclismo. Me torcí el tobillo, lo que hizo que mi lista de el mejor día de mi vida no parase de aumentar. Espero que se haya notado mi sarcásmo.

Después de comer, me quedé en la cabaña tumbada, dejando reposar un poco el tobillo. Josh me lo vendó, pero no cruzamos ninguna palabra. Un simple "¿te aprieta mucho la venda?".

Estaba cansada de estar mirando el techo, sin nada que hacer. Las chicas no estaban, ya que estaban en otra misión de intentar conquistar a Dylan. Me incorporé, y apoyé el tobillo en el suelo para comprobar si aún sentía dolor. Apenas me dolía.

Decidí salir a dar un paseo a solas. Bueno, yo y mi conciencia.

Los chicos correteaban y se perseguían unos a otros. No tardé nada en sonreír. Me crucé con Zoe y sus amigos. Me saludaron efusivamente, y siguieron jugando.

La sonrisa que lucía me desapareció de repente. Ví a lo lejos a Josh, caminando en dirección contraría a la mía. Me tocaba volver a pasar de él, por mucho que me doliese.

Cuando llegó a mi altura, agaché la mirada. Pensé que ya había pasado junto a mi, cuando lo escuché decir algo:

-¿Piensas seguir ignorádome?

Hice como si no hubiera escuchado su comentario, y seguí con la mirada al frente.

-Por el amor de Dios, Vanessa, habla de una vez

Volví a hacerme la sorda. Noté que tenía clavada su mirada en mi nuca.

Suspiró, y me tomó del brazo, haciendo que me girara con brusquedad.

-¿Qué quieres? -escupí

-Al menos te dignas a preguntarlo -me dijo con frialdad- No estoy para jueguitos, Vanessa.

Con esa última frase subió el tono de voz. Varios chicos de 13 años que pasaban por allí se quedaron observándonos.

-No me hables así -le dije mirándolo al fin

-Lo veo bien -ironizó- Tu a mí no me respetas ni me miras, pero yo a tí no te puedo subir el tono. Más justos imposible.

Intenté chafarme de su agarre, pero me tenía muy bien sujeta.

-Tú de aquí no te me vas hasta que hablemos -me dijo

-No estoy de humor -dije

-Me da igual, te vienes conmigo y punto.

Fuimos al embarcadero donde en su día Josh cantaba una canción de Austin Mahone. Se sentó con los pies colgando, y me miró.

-¿Piensas sentarte? -me dijo

-Estoy bien de pie -le contesté

Suspiró y se puso de pie.

-¿Qué demonios te he hecho, Vanessa? -me preguntó

Summer love Memories [Wattys 2015]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora