No me lo podía creer. Terminé el curso escolar con todas las asignaturas aprobadas, y no con una simple nota, y mi premio era... ¡ir a un campamento para críos!
Me vi obligada a ir por órdenes de mis padres, que creían que dado mi estado emocional necesitaba ir allí. ¿Que qué me pasaba con las emociones? Bien, os cuento.
Llevaba saliendo con un chico, Spencer, más de dos años y que, aparte, era mi mejor amigo desde la infancia. Se me declaró de la forma más tierna posible, un día normal de primavera. Pues el caso, que cortó conmigo hacía un mes y medio porque se iba a Londres de intercambio y no quería tener una relación a distancia. Pero qué casualidad que ya tenía una nueva novia. Sinceramente, me rompió el corazón y aunque no quisiera reconocerlo, estaba mal.
Iba en el coche con mi madre, bastante intranquila porque no sabía que iba hacer en dos meses allí, aislada del mundo.
-No entiendo porque tengo que ir a ese sitio -dije.
-Tú crees que lo hacemos porque para fastidiarte, pero es para que intentes olvidar todo lo ocurrido -me contestó.
-Tengo suficientes amigos como para no superarlo -me defendí.
-De alguna manera, te recordarán a él.
Mi madre sabía, de alguna manera, lo que hacía, aunque eso significase tenerme lo más alejada de mi zona de confort.
Nos acercábamos cada vez más al final del trayecto, y yo tenía la sensación de que iba al matadero, que de alguna manera, lo era.
-¿Sabes? A lo mejor conoces a alguien especial -dijo con voz pícara.
-Sí, claro, con un niño de ocho años. Una relación súper madura, mamá -contesté con sarcasmo.
-En el folleto ponía que podían ir niños hasta los diecisiete, no serás la única.
Claro, y mi madre creería que todos los padres llevan a sus hijos adolescentes, que lo único que quieren es fiesta y más fiesta, a un campamento de verano.
Aparcó en un extremo de la calle. Yo no sabía que decir, así que dejé que se alargara el silencio, hasta que ella hablase.
-Supongo que esta es la despedida... -dijo por fin ella.
-Sí...
-Te quiero mucho cariño -dijo con su típico tono agradable; en estos momentos ese tono no me vale-. ¿Quieres que te acompañe hasta allí?
-No, no quiero que esto se haga más complicado de lo que ya es.
-Está bien. Ten cuidado y pásatelo bien -sonrió.
-Claro...
Me dio un abrazo y un beso. Según ella, no le gustaba eso de tenerme fuera tanto tiempo. Lo que no entendía era por qué lo hacía.
-Adiós -me dijo.
-Adiós -contesté.
Me baje del coche y cogí mi equipaje del maletero. Comencé a caminar y mi madre desde el coche me gritó:
-¡Eh! ¡Haz algún amigo! -avanzó un par de metros-. ¡Te quiero!
Me dirigí al autobús que me llevaría hasta el campamento. De repente, me choqué con algo, o mejor dicho, con alguien. Era un chico de unos años mayor que yo, alto, con ojos verdes y pelo castaño claro. No sé qué cara puse, ya que se me quedó mirando.
-Lo siento -dijo mientras le empezaba a asomar una sonrisilla en los labios.
En vez de que yo hubiera dicho "no pasa nada" o "la culpa es mía" seguí mi camino. Puede que me arrepintiera de no haber dicho nada, ya que el chico era muy mono, pero que hice bien porque siendo como yo soy, podría haber quedado como una tonta. Seguí mi camino hacia el autobús, pensando en que me pasaría allí, etc. (mis paranoias) pero eso sí, con la imagen del chico en mi cabeza.
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Summer love Memories [Wattys 2015]
Teen Fiction© Todos los derechos reservados. Portada por: @starthatshine Se podría decir que yo no vine por gusto propio, que vine obligada por mis padres... Me imaginaba lo peor... Pero... ¿cómo pudieron cambiar eso unos chicos? Casi todos eran mis amigos, ex...