CAPÍTULO (5)

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CAPITULO CINCO —
LAS CUATRO CASAS

El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Me estremecí bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre nuestras cabezas y oí una voz conocida:

—¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Lena? — la gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría sobre el mar de cabezas — Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!

Resbalando y a tientas, seguimos a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.

— En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts — exclamó Hagrid por encima del hombro — Justo al doblar esta curva —

Se produjo un fuerte: ¡Ooooooh!

El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

— ¡No más de cuatro por bote! — gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry, Ron y yo nos subimos a uno, seguidos por Hermione (la niña que había irrumpido en nuestro vagón)

— ¿Todos habéis subido? — continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo — ¡Venga! ¡Vamos! —

Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estábamos en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre nuestras cabezas mientras nos acercábamos cada vez mas al risco donde se erigía.

— ¡Bajad las cabezas! — exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco

Todos agachamos la cabeza y los botecitos nos llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fuimos por un túnel oscuro que parecía conducirnos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.

— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? — dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos

— ¡Trevor! — gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos

Luego subimos por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.

Subimos por unos escalones de piedra y nos reunieron ante la gran puerta de roble.

— ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo? —Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.

La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y mi primer pensamiento fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.

— Los de primer año, profesora McGonagall — dijo Hagrid.

— Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí —

Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, enfrente nuestra, conducía a los pisos superiores.

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora