CAPÍTULO SESENTA—
RETORNO A LA MADRIGUERADi vueltas cada vez más rápido con los codos pegados al cuerpo. Borrosas chimeneas pasaban ante mis ojos a la velocidad del rayo, hasta que me sentí mareada y cerré los ojos. Cuando por fin me pareció que la velocidad aminoraba, estiré los brazos, a tiempo para evitar darme de bruces contra el suelo de la cocina de los Weasley al salir de la chimenea.
— ¿Se lo comió? — me preguntó Fred ansioso mientras me tendía la mano para ayudarme a incorporarme
— Sí — respondí — ¿Qué era? —
— Caramelo longuilinguo — explicó muy contento — Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos... —
Todos estallamos en carcajadas en la pequeña cocina; miré a mi alrededor, y vi que Ron y George estaban sentados a una mesa de madera desgastada, con dos pelirrojos que no había visto nunca, aunque no tardé en suponer quiénes serían: Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley.
— ¿Qué tal te va, Helena? — me preguntó el que cerca tenía, dirigiéndome una amplia sonrisa y tendiéndome una mano grande que estreché. Estaba llena de callos y ampollas. Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Tenía una cara ancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.
Bill se levantó sonriendo y también me estrechó la mano.
Antes de que ninguno de ellos pudiera añadir nada, se oyó un pequeño estallido y el señor Weasley apareció de pronto al lado de George. Nunca lo había visto nunca tan enfadado.
— ¡No ha tenido ninguna gracia, Fred! ¿Qué demonios le diste a ese niño muggle? —
— No le di nada — respondió Fred, con otra sonrisa maligna — Sólo lo dejé caer... Ha sido culpa suya: lo cogió y se lo comió. Yo no le dije que lo hiciera —
— ¡Lo dejaste caer a propósito! — vociferó el señor Weasley — Sabías que se lo comería porque estaba a dieta...
— ¿Cuánto le creció la lengua? — preguntó George, con mucho interés.
— Cuando sus padres me permitieron acortársela había alcanzado más de un metro de largo —
Harry, los Weasley y yo prorrumpimos de nuevo en una sonora carcajada.
— ¡No tiene gracia! — gritó el señor Weasley — ¡Ese tipo de comportamiento enturbia muy seriamente las relaciones entre magos y muggles! Me paso la mitad de la vida luchando contra los malos tratos a los muggles, y resulta que mis propios hijos... —
— ¡No se lo dimos porque fuera muggle! — respondió Fred, indignado
— No. Se lo dimos porque es un asqueroso bravucón —explicó George — ¿No es verdad, chicos? — nos miró a mi hermano y a mí
— Sí, lo es — respondimos al unísono
— ¡Ésa no es la cuestión! — repuso enfadado el señor Weasley — Ya veréis cuando se lo diga a vuestra madre —
— ¿Cuando me digas qué? — preguntó una voz por detrás
La señora Weasley acababa de entrar en la cocina.
— ¡Ah, hola, Harry! ¡Helena! — dijo sonriéndonos. Luego volvió bruscamente la mirada a su marido — ¿Qué es lo que tienes que decirme? —
El señor Weasley dudó. Me di cuenta de que, a pesar de estar tan enfadado con Fred y George, no había tenido verdadera intención de contarle a la señora Weasley lo ocurrido. Se hizo un silencio mientras el señor Weasley observaba nervioso a su mujer.
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Una Potter serpiente [DRACO MALFOY]
FanfictionHelena y Harry, dos hermanos que quedaron huérfanos después del supuesto accidente de coche que sufrieron sus padres, se quedan viviendo durante 11 años en casa de sus tíos, los Dursley, hasta que de la nada reciben una carta de Hogwarts. Hay será c...