Una Potter serpiente [DRACO MALFOY]

CAPÍTULO (69)

CAPÍTULO SESENTA Y NUEVE —
PREDICCIONES

Tras la cena bajé despacio a las mazmorras porque sabía lo que me esperaba cuando llegara. Tendría que hacer el trabajo con Draco y eso era algo que me aterraba. No el hecho de hacer un trabajo, si no el hacerlo solos. Juntos. Sin nadie más.

Entré cinco minutos después de mis amigos. La sala común estaba cálida como siempre gracias a la gran chimenea que teníamos; alumnos de Slytherin ya se encontraban ocupando los sillones de cuero a su alrededor, otros subían las escaleras a sus cuartos y otros se sentaban en las mesas de estudio al final del salón (entre ellos Theo y Enzo). No venía por ningún lado a Draco, igual se había olvidado. O solo lo había dicho en broma y ya tenía el trabajo hecho, cosa para la que rezaba porque así fuera.

— ¿Estás lista? —

Mierda.

Me giré y me encontré de frente con sus dos iris grises que brillaban baja la tenue luz de las lámparas y el fuego de la chimenea a nuestro lado.

— Prefiero hacer el trabajo con Theo y Enzo — me crucé de brazos

— Ya no puedes echarte atrás — dijo encaminándose hacía las mesas

— Nunca he dicho que fuera a hacerlo — recalqué inconsciente de que le estaba siguiendo

— Lo dejaste caer cuando Pansy preguntó si me ponía con ella —

— Lo hice porque veía que no querías ir con ella y soy buena persona — me senté en la silla a su lado aún con los brazos cruzados

— Sí no quieres hacerlo conmigo: vete. Adelante, no te voy a lanzar la maldición imperius —

— Te encantaría que hiciera lo que tu quisieras — le provoqué

— No necesito ninguna maldición para eso — me sonrió vacilón acercándose un poco más a mí y, hasta ese momento, no había sido consciente de lo cerca que estábamos

— Pues me levanto y me voy. ¿Eso es lo que quieres? —

— Depende de adónde te vayas —

¿Escucháis mi corazón? Exacto. No. Porque me ha dejado de latir. ¿Me estoy muriendo? ¿Es eso? Tiene que serlo.

— A mi cuarto — respondí super convencida de que no podría rebatir nada

Me equivoqué. Claro.

— Bueno, lo entiendo. Un partido se juega mejor en casa —

Y se quedó tan ancho.

Escuché unas risitas detrás de mí; me giré y fulminé con la mirada a Enzo y Theo que me lloraban de la risa. Esto no iba a quedarse así. No, de eso nada.

— Entonces ¿dónde? ¿Aquí o en tu cuarto? —

— Mejor en el tuyo — espeté — Es más íntimo —

Ahora fue su turno de boquear como un pez. Dirigió una mirada rápida a los chicos que se reían aún más.

— Dime. ¿Dónde prefieres? — pregunté ahora yo

— Aquí — respondió rápido Theo, con la cara roja de reírse — Quedaros aquí —

— Qué bueno — reía dentro de su jersey Enzo

— Bien. Voy a por el libro y empezamos — salí corriendo hacia mi cuarto, cogí mi ejemplar de Disipar las nieblas del futuro y un par de cosas más que necesitaríamos y, cuando fui a abrir la puerta, Irma y Ada entraron como fechas