CAPÍULO (35)

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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO —
EL DEMENTOR

Aquella última noche en el Caldero Chorreante resultó muy agradable. Tom, el tabernero, juntó tres mesas del comedor, y los siete Weasley, Hermione, Harry y yo tomamos los cinco deliciosos platos de la cena.

— ¿Cómo iremos a King's Cross mañana, papá? —preguntó Fred en el momento en que probábamos un suculento pudín de chocolate

— El Ministerio pone a nuestra disposición un par de coches — respondió el señor Weasley

Todos lo miraron.

— ¿Por qué? — preguntó Percy con curiosidad

— Por ti, Percy — dijo George muy serio — Y pondrán banderitas en el capó, con las iniciales «P. A.» en ellas... —

— Por «Presumido del Año» — dijo Fred

Todos, salvo Percy y la señora Weasley, soltamos una carcajada.

— ¿Por qué nos proporciona coches el Ministerio, padre? — preguntó Percy con voz de circunstancias

— Bueno, como ya no tenemos coche, me hacen ese favor, dado que soy funcionario —

Lo dijo sin darle importancia, pero noté como las orejas se le habían puesto coloradas, como las de Ron cuando se azoraba.

— Menos mal — dijo la señora Weasley con voz firme — ¿Os dais cuenta de la cantidad de equipaje que lleváis entre unos y otros? Qué buena estampa haríais en el metro muggle... Lo tenéis ya todo listo, ¿verdad? —

A la mañana siguiente salimos de nuestra habitación cuando en la habitación de Ron y Percy se escuchaban los gritos de enfado de éste último. La puerta de la habitación 12 estaba entreabierta, y Percy gritaba:

— Estaba aquí, en la mesita. Me la quité para sacarle brillo —

— No la he tocado, ¿te enteras? — gritaba Ron a su vez

— ¿Qué ocurre? — pregunté

— Mi insignia de delegado ha desaparecido — dijo Percy volviéndose hacia nosotros

— Lo mismo ha ocurrido con el tónico para ratas de Scabbers — añadió Ron, sacando las cosas de su baúl para comprobarlas — Puede que me lo haya olvidado en el bar... —

— ¡Tú no te mueves de aquí hasta que aparezca mi insignia! — gritó Percy

— Vamos nosotros por lo de Scabbers — dije saliendo de la habitación y bajando a oscuras las escaleras

Cuando oímos dos voces airadas que procedían del comedor, nos detuvimos. Tardamos un segundo en reconocer que eran las de los padres de Ron. Nos quedamos un momento pensando en sí irnos pero, cuando oímos nuestros nombres, nos quedamos estáticos.

— No tiene ningún sentido ocultárselo — decía acaloradamente el señor Weasley — Tienen derecho a saberlo. He intentado decírselo a Fudge, pero se empeña en tratarlos como a unos niños. Tienen trece años y...

— ¡Arthur, la verdad les aterrorizaría! — dijo la señora Weasley en voz muy alta — ¿Quieres de verdad enviar a Harry y Helena al colegio con esa espada de Damocles? ¡Por Dios, están muy tranquilo sin saber nada! —

— No quiero asustarlos, ¡quiero prevenirlos! — contestó el señor Weasley — Ya sabes cómo son... y Ron, que se escapan por ahí. Incluso se han internado en el bosque prohibido. ¡Pero Harry y Helena no deben hacer lo mismo en este curso! ¡Cada vez que pienso lo que podía haberles sucedido la otra noche, cuando se escaparon de casa...! Si el autobús noctámbulo no los hubiera recogido, me juego lo que sea a que el Ministerio los hubiera encontrado muertos —

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora