CAPÍTULO (26)

165 6 0
                                    

CAPÍTULO VEINTISÉIS—
FÉNIX

     Me encontraba con Irma, Theo y Ada, en la sala de estudios. Nos habíamos reunido para hacer un trabajo de herbología y nos había tocado a los cuatro juntos.

— A ver... — decía Irma abriendo su cuaderno — "Animales relacionados con la herbología" pero... ¿la herbología no son plantas? — nos pregunta

— Sigue leyendo — le pide Ada

— "Mandrágora mágica y mandrágora muggle, diferencias" ¿existe una muggle? —

— Que leaas — le repite Ada cansada

— "El uso del zumo de mandrágora en ambos mundos". Eso es todo — termina

— Pues es fácil — dice contento Theo, sacando su pluma

— ¡Ey, chicos! — nos dice Ron entrando junto con Hermione y Harry a la sala. Se sientan con nosotros

— ¿Qué tal? — les pregunto y en eso, siento como murmuran por detrás nuestra mientras sientes unas fijas miradas. Me giro y veo a dos chicas mirándonos mal — ¿Qué? ¿Qué os pasa en la cara, payasas? — estas rápidamente miran hacía otro lado. En eso, Harry se levanta y sale de la sala rápido — ¿Qué le pasa? —

— Ni idea — me dice Hermione

Sin dudarlo, me levanto del asiento y tomo su mismo camino.

— ¿Harry? — pregunto

Sangre. Quiero sangre — oigo de nuevo la voz. Acerco mi oreja a una pared de piedra con moho — Todos deben morir... Matar... Matar... Matar... Llegó la hora de matar — sigo la voz por la pared. Respiro hondo y continuó por el pasillo, me detengo frente a un gran charco de agua pero no le doy importancia y sigo hasta que veo a Nick Casi Decapitado, decapitado, lo observo con asombro mientras sigo mi camino y me vuelvo a detener

— ¿Harry? — le pregunto a mi hermano cuando le veo arrodillado enfrente del niño que casi ataca la serpiente — ¿Qué has hecho? — le pregunto. El niño está petrificado

— Con las manos en la masa — dice una voz a nuestras espaldas. Nos giramos asustados y nos encontramos a Filch — Esta vez os echan de aquí, Potter. Acordaos de lo que os digo —

— No, señor Filch. No lo entiende... — se apura a decir Harry, pero este le ignora — Te juro, Lena, que no he hecho nada. He escuchado la voz y he venido, tienes que creerme... —

— Lo sé — le digo dándole una sonrisa tranquilizadora. Entonces veo de nuevo el rastro de arañas ir hacía una de las ventanas del pasillo — Mira — le digo a Harry — Siempre están las arañas —

— ¿Tendrán algo que ver? — pregunta el castaño y yo me alzó de hombros. De repente escuchamos unos rápidos pasos acercarse y de pronto tenemos a McGonagall y a Filch enfrente — Profesora — murmuro — Le juro que nosotros no... —

Peeves se meneaba por encima del grupo con una malvada sonrisa, escrutando la escena; le encantaba el follón. Mientras los profesores se inclinaban sobre Justin y Nick Casi Decapitado, examinándolos, Peeves rompió a cantar:

¡Oh, Potter, eres un zote, estás podrido, te cargas a los estudiantes, y te parece divertido!

— ¡Ya basta, Peeves! — gritó la profesora McGonagall, y Peeves escapó por el corredor, sacándole la lengua a Harry — Esto escapas a mis competencias. Seguidme — nos pide y nosotros rápidamente obedecemos. Después de pasar por un par de pasillos nos encontramos con la puerta que nos lleva al despacho de Dumbledore — El Profesor Dumbledore os estará esperando — asentimos y nos subimos juntos al elevador con una gran ave esculpida de piedra — Sorbete de limón — pronuncia y unas escaleras aparecen en nuestro campo de visión. Nos subimos a ellas y a los escasos segundos estamos frente a una gran puerta de madera

Harry llamó a la puerta y esta se abrió sola dejándonos ver el interior. El gran despacho de Dumbledore. Una sala esférica, repleta de cuadros y estanterías con objetos, y con un par de ventanas en la parte superior. Nada más entrar a la derecha, había una mesa de madera, redonda, llena de objetos que parecían de valor -bueno, al igual que los de toda la habitación-. En frente de la puerta había tres escalones que daban al escritorio y detrás de este, una pequeña galería.

— ¿Profesor Dumbledore? — preguntó Harry cuando entramos

Seguimos andando, subimos los peldaños y nos encontramos con la zona del escritorio, que estaba rodeado por estanterías llenas de libros. Miramos a nuestra izquierda y nos quedamos mirando al Sombrero Seleccionador, que estaba en lo alto de una de las estanterías.

— ¿Algún problema, Potter? — nos pregunta este

— ¿Estaba pensando en sí me pusiste en la casa correcta? — le preguntó Harry

— Sí. Particularmente, ambos, fuisteis difíciles de colocar. Pero mantengo lo que dije el año pasado. Habrías estado bien en Slytherin —

— Te equivocas —

— ¿Y yo? — le pregunte cuando vi como Harry se alejaba — ¿Estoy en la casa correcta? —

— Desde luego. Tu personalidad es la de toda una serpiente. ¿Acaso no te gusta tu casa? —

— No es eso, es... — oigo detrás como algo quemándose. Me giro asustada y veo como una ligera llama desparece frente a Harry — ¿Qué has echo, Harry? — le susurro

— ¿Harry? — oímos en la galería — ¿Helena? — alzamos la cabeza y nos encontramos al director Dumbledore

— Profesor — murmura mi hermano

— Ya la hemos liado otra vez — balbuceo nerviosa —

— Señor, su... — comenzó Harry

— No hemos echo nada — interrumpo a mi hermano

— Le ha consumido el fuego — explica Harry

— Ya era hora — se limita a responder el profesor — Lleva unos días con un aspecto horrible. Lástima que le hayas visto en su incineración. Fawkes es un fénix, chicos — nos dice cuando nos miramos confusos. Comienza a bajar las escaleras que lo llevan hasta nosotros — Estallan en llamas cuando les llega su hora para después renacer de sus propias cenizas — nos explica señalando el trípode donde, al parecer, se había incinerado el pájaro. En eso, se ve como las cenizas se mueven y de ellas se asoma una pequeña cabecita, con una mini cresta roja y un piquito — Fascinantes criaturas los fénix — nos comenta acercándose al animal resucitado — Pueden llevar cargas enormemente pesadas. Y sus lágrimas tiene poderes curativos... —

— Profesor, Dumbledore, señor. Espere, escuche — entra de pronto Hagrid en la sala. Sube rápido hasta escaleras hasta nosotros — Dumbledore, señor, no han sido los Potter... —

— Hagrid... — intenta comenzar el hombre

— ...Estaría dispuesto a jugarlo ante el Ministerio de Magia —

— ¡Hagrid! — le detiene el hombre — Calma — le pide — No creo que los chicos hayan atacado a nadie —

— Bueno, claro — asiente el gigante y, entonces, se da cuenta de lo que el director ha dicho — Entonces... esperaré fuera —

— Sí —

— ¿No cree que fuimos nosotros, Profesor? — le preguntó cuando Hagrid desaparecer de nuestro campo de visión

— No, Helena — me responde — No creo que fuerais vosotros. Pero debo preguntaros: ¿hay algo que queráis contarme? —

— ...incluso en el mundo de los magos oír voces no es buena señal — recuerdo las palabras de mi amigo cuando les conté lo de la voz — No señor — me adelanto a responder

— ¿Harry? — le pregunta al castaño

— Nada — niega y, el hombre asiente

— Muy bien, entonces. Podéis iros —

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora