CAPÍTULO (49)

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CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVA —
LA PREDICCIÓN DE LA PROFESORA TRELAWNEY

La euforia por haber ganado la copa de quidditch nos duró al menos una semana, hasta que los finales exámenes llegaron.

A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que nos apetecía a todos era pasear por los terrenos del colegio y dejarnos caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podíamos hacerlo. Los exámenes se nos echaban encima y, en lugar de holgazanear, teníamos que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarnos mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival

La apelación de Buckbeak se fijó para el día 6, el día que terminábamos los exámenes, vendría alguien del Ministerio de Magia y un verdugo (cosa que no tenía ningún sentido porque aún había tiempo de cambiar las cosas, pero parecía que ya lo tuvieran decidido).

Lo peor de todo era que no teníamos tiempo ni ocasión de visitar a Hagrid, porque las nuevas y estrictas medidas de seguridad no se habían levantado y, ni Harry ni yo, no nos atrevimos a recoger la capa invisible del interior de la estatua de la bruja.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Todos los de tercero salimos del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habíamos hecho y quejándonos de la dificultad de los ejercicios.

Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. Hermione había tenido razón: el profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos regocijantes. Por los nervios, exageré un poco el mío, y Ron, que era mi pareja en el ejercicio, se echó a reír como un histérico. Tuvieron que llevárselo a un aula vacía y dejarlo allí una hora, hasta que estuvo en condiciones de llevar a cabo el encantamiento.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y nos dijo que para aprobar teníamos que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habíamos tenido nunca, y además nos concedió la oportunidad de poder hablar con Hagrid.

Buckbeak está algo deprimido — nos decía Hagrid, inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que si mi gusarajo seguía vivo — Ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos —

Aquella tarde tuvimos el examen de Pociones: un absoluto desastre. El en último momento conseguí que se espesara mi «receta para confundir», y Snape, con un gran expresión de hastío que podría haberse distinguido hasta en el pasillo de las mazmorras, garabateó en el espacio de la nota, antes de alejarse, algo que parecía un siete.

A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvimos el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que escribí todo lo que Florean Fortescue nos había contado a Harry y a mí acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media. El miércoles por la tarde tuvimos el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador. Luego volvimos a la sala común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarnos al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado.

El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habíamos tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que teníamos que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora