CAPÍTULO (71)

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CAPÍTULO SETANTA Y UNO —
LOS CASI CINCO CAMPEONES

— ¡Merlín! ¡Merlín! ¡Merlín! — exclamaba Irma cuando entramos a nuestro cuarto después de despedirnos de los chicos — Ese chico no paraba de mirarte —

— ¿Hassan? — pregunté

— ¡Sí! —

— Por favor — me reí — No exageres —

— Por una vez, desde que la conozco, no exagera — la apoyó Ada

— ¿Y Enzo? — añadió Irma — Siempre he sabido que le gustabas —

— ¡Ala! — exclamé — ¿Gustar? ¿Yo a Enzo? Irma, por favor. No exageres —

— Lena, no está exagerando — me decía Ada

— Admítelo — me rodeó por los hombros Irma — Estás en el punto de mira de dos tíos desde hace dos meses —

— ¿Dos meses? —

— Dos meses — asintió — Igual no te has dado cuenta pero has cambiado bastante este verano —

— Ya, claro —

— Es verdad — confirmó Ada caminando al baño

— Te ha crecido el pelo, los ojos se te han aclarado... Estás más alta. Has crecido. ¡En general! —

Me miré en el espejo que teníamos detrás de la puerta. Me fijé en cada parte de mi cuerpo y parecía cierto. Las... bueno, las tetas y... el culo... Habían aumentado cosa de la que antes no me había fijado.

— Y no hablemos de Draco —

Miré a través del espejo a Irma.

— ¿Qué pasa con él? —

— Parecía celoso — me dedicó una sonrisa pícara 

Me recorrió un escalofrío de arriba abajo. Miré a Irma y sentí como el calor se posaba sobre mis mejillas, de reojo al espejo lo confirme. Giré y me encaminé en silencio hacía mi cama.

— ¿Hay algo que no me hayas contado, Lena? — me preguntó Irma sujetándose de uno de los postes de su cama

— ¿Cómo qué? — balbuceé sin mirarla

— No sé. Algo —

— Sabes que te lo cuento todo —

— Mentirosa — rió — Pero está bien, no voy a insistir —

En ese momento Ada salió del baño e Irma aprovechó a entrar. Me cambié mientras la morena estaba distraída con Bindy que no perdía la costumbre de robarle los calcetines y me metí en la cama.

Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría bajáramos tarde a desayunar. Sin embargo, mis amigos y yo no fuimos los únicos que nos levantamos mucho antes de lo habitual en días de fiesta. Al bajar al vestíbulo vimos a unas veinte personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.

De pronto Cedric Diggory, el chico con el que fuimos al mundial de quidditch, fue animado por sus compañeros a echar su nombre al cáliz. Venía empapado de la lluvia del exterior y tenía las mejillas más sonrojadas de lo normal.

— Gloria eterna. Sería alucinante, ¿verdad? — nos decía Ron — Dentro de tres años, cuando podamos salir elegidos — miró ensimismado el cáliz

Una Potter serpiente                                            [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora