Capítulo 2

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Operación Chernóbil

YOONGI

En toda mi vida, solo he admirado a un hombre: Choi Minho. Él me enseñó muchas cosas, pero solo hay una que tengo presente en todo momento. Minho siempre dijo «antes de buscar la entrada, encuentra una salida». Estoy haciéndolo.

Después de cinco días planeando cada detalle, he puesto en marcha la Operación Chernóbil. Este es mi plan de salida, uno que no hubiera considerado de no ser porque la situación se salió de control con el último secuestro que ejecutamos.

Se suponía que secuestraríamos a un tipo malo, de los que no merecen siquiera vivir; en su lugar, terminamos con un jodido modelo surcoreano. Kan Taehyung fue el primer error de Hyesoo, así que he tratado de mostrarme menos molesto de lo que debería, pero no puedo dejar de pensar en lo jodido que estaremos si no solucionamos esto pronto.

Hyesoo es mi hermana desde hace ocho años cuando, luego de una breve amistad con ella, su padre me acogió y me dio el apellido Choi. Actualmente, Hyesoo es casi lo opuesto a lo que era cuando la conocí. Hyesoo es el tipo de mujer que uno ve y, a pesar de parecerle intimidante, nadie puede dejar de ver.

Ahora, además de ser mi hermana, ella es mi jefa. Y cometió un error grande. Un error que estoy tratando de solucionar.

Doblo en la esquina más cercana luego de haber salido del supermercado y, por primera vez en diez minutos, me permito soltar una maldición en voz baja. No estoy frustrado, pero sí molesto. Se podría decir que todo salió bien si no fuera porque choqué con Harleen Dunn cuando menos lo esperaba y tuve que improvisar.

El plan era seguir sus pasos desde la comisaria hasta su casa e interceptarla en el camino con alguna estúpida pregunta de típico turista. Supe que fallaría en cuanto uno de sus compañeros de trabajo, el mismo que vi cómo días atrás la acompañaba hasta la puerta de su casa, se volvió a acoplar a su andar. Me mantuve detrás de ellos hasta que él se despidió, pero entonces ella entró a la casa y perdí mi oportunidad. Sin embargo, no podía retrasar la situación, por lo que me quedé afuera esperando que llegase otra. Apenas unos minutos después, llegó.

La vi salir, ya sin su uniforme de policía, y la seguí hasta el supermercado. Mientras ponía mi mente a toda marcha para crear un nuevo plan, no me privé de observarla caminar. Metida en una camiseta ajustada y un pantalón de jean tiro alto, parecía más una dulce chica de pueblo que una oficial de policía. Mi impresión sobre ella, no obstante, no tiene por qué importar. Cuando finalmente entró al supermercado, yo ya tenía mi nuevo plan trazado y este nada tenía que ver con su versión mojigata, más sí con el arma y walkie-talkie que le había visto llevar en su cinturón una hora atrás.

Tenía pensado acercármele de forma casual entre las estanterías de productos para preguntarle acerca de algún sitio turístico, pero entonces ella me ahorró varios pasos del plan al chocar inesperadamente contra mí.

Ella misma se puso en mi camino. Ella, sin saberlo, vino hacia mí.

Harleen Dunn me hizo tener que improvisar. Y por esto es que ahora, aunque el resultado es el mismo que tenía previsto, me siento más tenso que antes.

Meto la mano al bolsillo delantero de mi pantalón, quito la cajetilla y el encendedor, y me llevo a la boca el tercer cigarrillo del día. En cuanto suelto la primera bocanada de humo, mi tensión disminuye un poco.

Llevaba más de un mes sin fumar antes del secuestro de Taehyung. Desde que metimos la pata, he vuelto a fumar a diario. Sé que tengo que parar, pero no puedo evitarlo. Es esto o beber. Y no voy a joderlo más.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora