Capítulo 31 | Segunda parte

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Dormí profundamente las cuatro horas que estuve atrapada por el brazo de Yoongi. Y sé que él también durmió bien porque, justo unos minutos antes de que se despertara, oí que roncaba.

Oculto mi sonrisa cuando siento que se remueve a mi lado.

Fui consciente del momento exacto en que despertó no solo porque dejó de roncar sino porque también emitió un suave y perezoso gemido, bostezó y luego estiró sus extremidades, acaparando con estas casi todo el ancho de la cama.

Estaba a punto de abrir los ojos cuando él pasó uno de sus brazos por encima de mi cuerpo, tendido bocabajo, y me besó el hombro con suavidad. Fue un gesto tan desinteresado e íntimo que, inmediatamente, supe que no lo hubiera llevado a cabo si hubiese sabido que yo estaba despierta.

Así que, fingí que seguía durmiendo, solo para disfrutar de su toque.

Dejó tres besos dispersos alrededor de mi hombro antes de sentarse al borde de la cama y volver a estirarse.

Con mi rostro ligeramente enterrado en la almohada, y una buena parte de mi cabello cubriéndome las facciones, no pude ver demasiado, pero sí sentí el colchón hundirse bajo su peso y, otra vez, sus quejas mañaneras.

Son esos detalles, que pasé desapercibidos durante la semana que convivimos, los que hacen este momento más especial.

Yoongi sigue aquí. Son las 7:15 a.m. y él está vistiéndose sin prisa alguna.

Ahora sí puedo verlo desplazándose por la habitación. Él es ajeno a mi observación mientras recoge sus prendas desperdigadas por el suelo. No es que tenga mucho, pero... bueno, fue deshaciéndose de estas desde el sofá hasta aquí hace apenas unas horas, por lo que le lleva tiempo rejuntarlas.

Suprimo una risa con la almohada al ver cómo, de pie en medio del dormitorio, intenta ponerse el calzado sin agacharse. Lucha contra sus borceguís en silencio hasta que, visiblemente frustrado, maldice en voz baja y termina acuclillándose para ponérselos bien.

Junto los párpados con rapidez cuando se vuelve hacia la mesita de noche para dejar algo que saca de sus bolsillos. Entonces, a pesar de que las ansias me consumen, espero hasta que sale del dormitorio para mirar.

Temo que se trate de una nota de despedida hasta que, lentamente, entreabro un ojo. Mi corazón se salta varios latidos cuando veo lo que ha dejado.

Son condones. Varios condones.

Si él pensaba usar todos en esta visita, claramente pensó mal. Solo usamos dos. Creí que usaríamos tres, ya que anoche Yoongi volvió a tenderme en la cama luego de nuestro intercambio verbal, pero él se limitó a darme placer con otras partes de su cuerpo. Y tras asegurarse de que estaba satisfecha me envolvió entre sus brazos y se durmió.

Así que, ¿deja estos preservativos de regalo?

Mi oído se aguza cuando un sonido familiar atraviesa la puerta. Yoongi sigue en mi casa, está claro, y él ¿está usando la tostadora?

Intrigada, trato de pararme e ir a averiguar. Solo que mi cuerpo está lento aún, fatigado después de mi extensa noche, y solo sentarme me lleva varios minutos. Para cuando salgo de la habitación, solo en ropa interior, ya son las siete y media. Y en la sala se siente el característico aroma de tostadas y también de café.

Yoongi está sirviendo café en mi taza blanca; es la que suelo usar en las mañanas, mi favorita.

A un lado, veo que ha dejado su tazón de leche con cereales.

—Pensé que te irías mientras dormía —confieso para llamar su atención.

Hay algo extremadamente desconcertante en mi relación con Yoongi. Algo que me cuesta entender, pero que sin dudas me gusta. Y es que ambos podemos de frío a caliente, de lejanos a íntimos, en cuestión de segundos.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora