Capítulo 41

365 57 43
                                    

Perfecto

HARLEEN

He despertado varias veces junto a Yoongi, pero esta vez se siente diferente, muy diferente. Sumado al hecho de que él no ha despertado en toda la noche, está su inexplicable quietud. Apenas se ha movido desde que nos acostamos.

Aún con mi mejilla sobre su pecho, inhalo profundo.

El corazón de Yoongi late a un ritmo lento, casi imperceptible, y me gusta. Abro los ojos y miro la pálida piel de su pectoral izquierdo antes de presionar mis labios allí. Una sonrisa acude de inmediato a mi rostro.

Jamás creí que me gustaría tanto este tipo de intimidad hasta que conocí a Yoongi. Me gusta tocarlo, besarlo, incluso si está dormido. Lo único que me inquieta es volver a perderlo. No he querido pensar en ello, pero desde que decidió quedarse se me han venido a la mente mil escenarios distintos donde recibe alguna llamada de urgencia y se tiene que ir.

Este temor se acentuó ayer mientras trabajábamos. El tiempo que estuve detrás de la barra y él en su sitio, en el otro extremo de la discoteca y fuera de mi vista, fue desesperante. Si bien recordé sus palabras, la forma en que me aseguró que se quedaría a mi lado, me fue imposible no recordar sus inesperadas huidas, la cantidad de veces que se alejó de mí con diferentes excusas, o si una excusa en absoluto.

Suelto el aire entre mis labios, temblorosamente, mientras mi mano se arrastra por su pecho. Detengo mis dedos sobre el tatuaje que, ahora sé, fue hecho debido a una apuesta perdida. Hyesoo. Este nombre en su piel es más que un simple tatuaje; es una marca que eligió llevar, una marca que representa lo que más quiere en la vida. Lo mismo con el piano y la línea del electrocardiograma. Ese otro simboliza el amor por su madre.

Yoongi y yo hemos hablado muy poco sobre nuestras familias, pero ahora tengo bastante en claro quiénes son las personas más importantes en su vida. Son dos mujeres: su madre y su hermana. De una manera u otra, ellas lo convirtieron en el hombre que es hoy. Un hombre del que no puedo apartarme sin sentir que pierdo algo de mí.

Cierro los ojos por unos segundos.

Quizá es por este miedo a que Yoongi se aleje otra vez que anoche opté por callar algunas verdades sobre mi propia familia. Confío en él, ese no es el problema. El dilema está en que jamás hablé de los Dunn con nadie y una parte de mí prefiere mantener esto así; mientras menos me involucre con ellos, y ellos con mi entorno, mejor. Quiero romper el contacto con Los Calaveras tan pronto como cumpla con la tarea que me asignaron.

Ya llevo una semana trabajando en Euforia y todavía no consigo información para confirmar o descartar la sospecha que mi tío tiene sobre Daniel, pero pretendo encontrar esta información en las próximas noches. La mera idea de que mi primo regrese a la barra para presionarme me tensa. Joder. No quiero a ningún Dunn cerca, menos a Jared. Este es igual de ambicioso que Michael, su padre, y eso que tiene apenas la mitad de su edad. De solo imaginar cómo será en unos años me da escalofríos.

Así que, ¿de qué me serviría traspasar estos miedos a Yoongi?

Lo mejor es dejarlo fuera de la situación. Al menos, hasta que yo le devuelva el favor a mi tío. Entonces sí le contaré todo y podremos irnos de aquí, si no es a Corea a cualquier otra parte del mundo, pero lejos de Weakland.

Consideraría volver a La posada del rey si no fuera porque sigue estando muy cerca de los Dunn, muy cerca de mi pasado, muy cerca de todo lo que deseo enterrar.

Estiro el brazo hacia un costado para alcanzar mi móvil, el cual descansa sobre la mesilla de noche. Pensar en La posada del rey me acaba de hacer recordar el mensaje que me envió Hopper anoche y que yo, puesto que ya era tarde cuando salí de trabajar, no respondí.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora