Capítulo especial

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Un disparo

SEOKJIN

Cuando has pasado toda tu vida controlado, muchas veces siendo perseguido, aprendes a siempre mirar a tu alrededor cuando estás en un lugar público, a tus espaldas cuando vas caminando y hacia delante cuando abres la puerta de tu casa.

Una vez que te acostumbras a ello, solo ruegas jamás encontrarte con alguien sospechoso en tus inspecciones.

Yo llevaba casi cuatro años desde que no veía nada fuera de lo normal hasta ayer. Ayer tuve que comprobar dos veces a mis espaldas, mientras caminaba del restaurante donde trabajaba a mi casa, para asegurarme de que estaba viendo bien. Lo hice y confirmé que efectivamente había alguien siguiéndome.

Fingí no darme cuenta porque supe que, de haber actuado, ella hubiese huido y comenzado a ser más cuidadosa las próximas veces.

Sí, es una mujer la que está siguiéndome. No lo supe solo por su andar y su cabello suelto y largo cayéndole sobre los hombros, sino por la forma en que su cuerpo se veía debajo del holgado vestido veraniego.

Por experiencia propia, sé que muchas de las veces los peligros más grandes visten increíblemente bien. Ella no parece la excepción.

No obstante, luego de verla al otro lado de la acera simulando una lenta caminata, vuelvo a fingir que no la he visto.

Simulo pasarla desapercibida hasta que mi reciente visita se pierde de vista. Yoongi acaba de pasar por aquí. Él es el hijo del hombre que años atrás me salvó la vida y acaba de venir para pedirme un favor (aunque, en su tono monótono y frío, sonó más como una orden).

Ahora, además de tener que llamar al restaurante para renunciar, tengo que lidiar con la mujer que sigue paseándose por la acera contraria. Tengo que hacerlo antes de que mi nueva jefa, la hermana de Yoongi, se ponga en contacto conmigo.

Con disimulo, echo un último vistazo al vestido amarillo con lunares blancos que se destaca a lo lejos y volteo, listo para ingresar a mi casa otra vez. Sin embargo, no cierro la puerta a mis espaldas.

Se me acaba de ocurrir el plan perfecto para acabar con esta situación de una vez.

Decidido, camino hacia mi habitación, cojo mi revólver y le quito el silenciador. Soy consciente de que estoy por arriesgarme mucho, pero necesito ponerle fin a esto. Si todo sale como espero, solo tendré que dar un par de explicaciones a mis vecinos y nada más. Podré con ello.

Regreso a la sala, me deslizo detrás de la puerta que sigue entreabierta y apunto con el revólver a la pared más cercana. Y, sin más, aprieto el gatillo.

El disparo retumba entre las cuatro paredes. Tres segundos después, una silueta femenina pasa corriendo por mi lado, sin verme, y queda en el medio de la sala. Mi sala.

Ella está ahí, su cabeza moviéndose a ambos lados en busca de acción, con la punta del revólver apuntando en cada sitio donde posa la vista.

—¿Quién eres? —urjo tras salir de mi escondite.

De espaldas a mí, se tensa. Su rigidez es tanta que ni siquiera cuando me muevo, y comienzo a acercármele, reacciona.

Llegar a su lado me toma dos segundos. Rodearla, y quedar cara a cara, apenas uno. Ella sigue inmóvil. Sin embargo, se atreve a mirarme a los ojos. Por extraño que parezca, en vez de pavor me parece ver alivio en los suyos.

—¿Por qué me sigues? —insisto.

Como tampoco recibo respuesta verbal a mi nueva pregunta, me acerco más a ella. El revólver que sigue en sus manos, finalmente, apunta en mi dirección.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora